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  • Circulábamos por la autovía detrás de un coche que no iba a mucha velocidad. Nosotros hablábamos tranquilamente cuando vimos una mano que salía del coche, por la ventanilla derecha de la parte delantera. Es frecuente que algunos conductores apoyen su brazo izquierdo en la ventanilla, de forma que el codo quede a la vista del que va detrás, pero es menos frecuente ver un brazo estirado, como si el brazo fuera un palo con una mano añadida en el extremo. Eso es lo que veíamos nosotros: una especie de palo de poca sección con una mano al final.\nLos tres llegamos a la misma conclusión: se trataba de una imagen muy desagradable que nos producía un extraño desasosiego, una sensación desagradable justo cuando estábamos tan tranquilos hablando del pastel de manzana de Salvador, que tanto nos gusta.\nAsí que de repente la autovía nos turbaba con una imagen absurda. La mano no era la mano de un brazo sino algo con dedos que colgaba al final de un brazo que tampoco parecía un brazo, y que al colgar era un peso muerto, y que desde luego no parecía pertenecer a alguien, sino más bien a una cosa, quizás a un muñeco.\nCirculamos así, nosotros detrás del coche de la mano extraña unos cuantos minutos, los suficientes para darme tiempo a recordar una fotografía de Ralph Gibson. En la fotografía se ve una puerta entreabierta, y una mano que sale desde el interior de la habitación y que se dispone a coger el pomo de la puerta. Alrededor de la mano hay un halo de luz que le da un aspecto fantasmal, quizás porque la mano tiene los dedos muy finos, y porque no se ve el dedo pulgar, ya que se trata de la mano derecha. Es una imagen que da miedo a quien la mira detenidamente, sobre todo si es una persona joven, casi sin experiencia, aunque a mí francamente me produce risa, porque el intento de dar miedo a través de imágenes más o menos extrañas en situaciones de misterio me producen indiferencia, si son verdaderas, y risa sin más si han sido eleboradas cuidadosamente para sobrecoger al espectador.\nEstábamos hablando de la mano y de lo desagrable que resultaba verla delante de nosotros, cuando el coche señalizó para dejar la autovía y desapareció con una rapidez sorprendente, como si lo que habíamos visto hubiera sido un sueño. Uno de nosotros dijo que ahora ya podíamos continuar el viaje y mirar en la dirección de las suaves montañas de la sierra.\nQué curioso: hasta aquel preciso momento no habíamos podido dejar de mirar aquella mano que, desde luego, no era una mano. \n
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  • 2008-09-08 12:07:05
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  • Una mano que no era una mano
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