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  • Salgo del concierto y me pregunto cómo ha sido este tránsito por la sala de máquinas del Auditórium. El Concierto para 2 pianos, percusión y orquesta, de Béla Bartók, me ha sumergido en la modernidad, en lo más contemporáneo de la experiencia del hombre moderno. \n\n

    ¿No fueron las primeras décadas del siglo XX la etapa de los cambios más revolucionarios? Las artes y las ciencias le dieron un vuelco a la mirada, y desde entonces todo quedó patas arriba. Los electrones dejaron de girar en órbitas perfectas alrededor del núcleo, la fotografía nos permitió mirar el pasado con una precisión que nadie había imaginado hasta entonces, la electricidad fue el nuevo motor de la humanidad. Todo cambiaba; o mejor dicho: todo cambió, de golpe, y también la música, que no es sólo forma, sino un camino que nos lleva a través de la inteligencia por los más oscuros recovecos del alma, para que podamos vivir con la sensación de que hay algo dentro de nosotros que a pesar de todos los pesares aspira aún a la belleza.\n\n

    Pero en Béla Bartók hay algo más, hay otras líneas de luz que intentan acercarnos lo más oscuro del mundo, quizás la imposibilidad de llegar a lo más alto, o quizás una explicación que nos conecte con el todo…Los percusionistas me parecieron unos esforzados trabajadores en una sala de máquinas; los dos pianistas, unos dolientes luchadores de teclado, que parecía un enemigo, aunque noble. El Director era el indiscutible Jefe del Engranaje. Emocionarse es interpretar la realidad. \n\n

    ¿Qué tiene que ver el escenario de la emoción de Béla Bartók con la búsqueda de perfección de Mendelssohn, cuya Sinfonía nº 2 se interpretó después? Y sin embargo confieso que Bartók me gustó, y ahora un poquito más, ahora que lo recuerdo y lo interpreto, un poquito más que cuando estuve en la platea. Entiendo que Bartók quiso interpretar el mundo en su conjunto, no sólo el mundo de la música. En esta tierra no hay música; la hemos de poner nosotros. Y Béla Bartók la tiene en su corazón, como los románticos de antes, aunque él la mire como si empezara de cero, como si no fuera uno de los que más han sabido de sus raíces. Había un niño de uno siete años entre los asistentes. Le vimos entrar N y yo, y N dijo que era un acontecimiento, y que así bajaría el promedio de edad, que es tan alto. El niño pienso que pudo divertirse con Bartók. El espectáculo de los músicos me pareció un símbolo de lo que debería ser el arte en estos tiempos: algo así como una lucha para aspirar a explicarlo todo, y que cada avance, cada pequeño paso, llevara en sí mismo el germen de la duda. Quizás para interpretar a Béla Bartók los músicos deberían ir vestidos con un mono azul, o un mono gris, y con los bolsillos llenos de piedras de colores.\n\n

    Y avanzar y retroceder…Y avanzar. \n\n

    \n\n

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  • 2009-01-16 22:49:36
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