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La escritura del tiempo\n\n
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El tiempo siempre escribe en nuestras manos\n\n
la vida que se fija en la memoria,\n\n
y acerca una luz suave que ilumina\n\n
los rincones más dulces y secretos.\n\n
En los dedos anidan viejas huellas\n\n
y alguna oscuridad del corazón,\n\n
senderos que atraviesan la memoria,\n\n
miradas que deshacen el silencio\n\n
como un álbum de fotos de la infancia,\n\n
y lecciones de un viejo profesor\n\n
que ayuda a vivir a los más jóvenes.\n\n
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Las arrugas\n\n
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La piel rugosa indica que las manos\n\n
conocen los recuerdos y la noche,\n\n
la historia de una vida y los caminos\n\n
que limpios se registran sin esfuerzo \n\n
en los dedos como un abecedario.\n\n
El tiempo siempre hurga en nuestras manos\n\n
como un viejo horizonte que acompaña,\n\n
pero ayuda a vivir a los más jóvenes\n\n
como lo haría un padre dulce y sabio.\n\n
Una arruga reciente nos avisa,\n\n
y de pronto entendemos lo que vale\n\n
este mensaje duro, a la medida.\n\n
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La hija bondadosa\n\n
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En los dedos que tiemblan hay olvidos\n\n
y alguna oscuridad del corazón.\n\n
Pero siempre perdemos en silencio.\n\n
Y un día alguien nos pide alguna cosa\n\n
desde una mano gris, fortificada,\n\n
y mi hija busca, libre, en mis bolsillos,\n\n
las únicas monedas que conozco,\n\n
y le entrega un calor de juventud\n\n
al pobre derribado entre cartones,\n\n
lo que nos dan a cambio de vivir:\n\n
monedas sin verdad, tesoros frágiles.\n\n
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El olvido\n\n
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Entendemos, y luego lo olvidamos.\n\n
Por eso algunas manos se resisten\n\n
a guardar las arrugas sin saberlo.\n\n
Porque todo lo pierden, y lo saben,\n\n
y huyen por arrabales silenciosos,\n\n
y encuentran una luz en otras manos\n\n
como si siempre hubiera una salida.\n\n
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La isla del tesoro\n\n
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Como si siempre hubiera una salida,\n\n
cada surco conmueve y nos recuerda\n\n
los mapas de la isla del tesoro.\n\n
Son mapas de una historia conocida,\n\n
un secreto que todos compartimos\n\n
para no envejecer sin el apoyo\n\n
de algunas luces altas que iluminan.\n\n
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Los viejos y los jóvenes\n\n
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El tiempo siempre ayuda a los más jóvenes,\n\n
y, al buscar, el camino es una historia\n\n
que no tiene final, sólo una arruga\n\n
en estas manos grandes como ríos\n\n
que podemos mirar, y que emocionan.\n\n
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