|
sioc:content
|
-
Busco en la calle lo que imaginé en otros momentos, quizás de madrugada, y la calle es la urdimbre y la trama de lo que somos, y en cada persona estamos todos, aunque no queramos. Quién es este hombre que fuma con pasión un puro no habano, quién es esta mujer que avanza empujando el carro de la compra como si fuera una oveja degollada.\n\nLlego a la sucursal de Correos y soy el tercero, en unos minutos habré terminado, pero una mujer pregunta y pregunta, y más que preguntar para saber parece que quiere hablar con alguien, y el funcionario la atiende con cortesía, y la espera se alarga, y un señor que está detrás de mí empieza a protestar, y cuando me toca a mí se dirige al funcionario y le abronca: va usted muy lento, qué se ha creído, todos tenemos prisa. Y el funcionario me mira, y quiere mi comprensión, y a mí no me cuesta nada dársela, quizás porque tengo tiempo, no porque me sienta especialmente mejor que el de detrás, que con su actitud no hace más que hacer perder el tiempo -ahora sí- al funcionario.\n\n Salgo de la sucursal de Correos como si no hubiersa pasado nada, con mi revista de arte, y ando y ando hacia casa mirando los tejados de la ciudad, los hombres de sesenta años que fuman puros no habanos huyendo como apestados de sus casas, y las mujeres que van a la compra con su carrito de ruedas como si fueran a un lugar desconocido. Todo lo que vemos por la mañana nos hace mejores o peores, no lo podemos percibir con seguridad, pero hay siempre un estímulo para ir hacia delante: yo también soy el hombre de casi sesenta años que fuma su puro no habano -aunque yo no fume- y soy también esa mujer que avanza con su carrito -aunque muchas veces vaya al supermercado sin carrito- hacia la necesidad de vivir por encima de todo.\n\n\n\n\n\n
|
![[This page as RDF]](http://webenemasuno.linkeddata.es/static/rdf-icon.gif){kind=icon}