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Pretendes saber algo acerca de lo que te rodea, y es ahora justamente cuando recuerdas un libro que era uno de los pocos que había tenido tu padre en la adolescencia, y que se titulaba 'El mundo que nos rodea'. Era un libro que tenía un dibujo muy bien hecho de un avión, a lápiz, y siempre lo abrías y mirabas las páginas con algún dibujo, tan bellos como los de Gustavo Doré. ¿Cómo pudo desaparecer aquel libro? Te gustaría leerlo ahora, poder saber qué era lo que leía tu padre cuando era un adolescente, cuando no tenía más que un pasiaje delante de sus ojos, y un cielo que se recortaba en un horizonte limpio.\n\n¿Un horizonte limpio? ¿No trivializas acaso lo que crees que era una plácida existencia? En aquel libro había una promesa de libertad, pero era la libertad de la que él nunca pudo gozar, atenazado por las exigencias de la necesidad...El tiempo de las experiencias necesarias aún no ha acabado, desde luego, y en el siglo XXI todo deviene algo sombrío, y las ideas no parecen abrigarnos del deshielo y de la incertidumbre.\n\nEl mundo que nos rodea no está lo suficientemente abierto a la experiencia del conocimiento, y nos sentimos perdidos en la maleza de lo que creemos entender. ¿Entender? Primero entender, pero la comprensión se queda muy lejos, como un gesto de los idealistas que pretenden que tengamos la ilusión al descubierto, como si fuéramos los inocentes de otra época. El mundo que nos rodea sería ahora mismo la manera de buscarme a mí mismo, o de saber lo que mi padre podía llegar a saber, si no se hubiera detenido en las fronteras de la necesidad.\n\n
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