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  • Toda la dignidad de la persona humana está contenida en el gesto del Presidente de la República de Italia, Giorgio Napolitano, al no querer firmar el decreto ley del Gobierno de Silvio Berlusconi. Toda la dignidad de este gesto que a veces pasa desapercibido y que sin embargo es tan importante: firmar un documento, ha salido a relucir en este dramático acontecimeinto que nos conmueve tanto. \n\n Eluana Englaro está siendo utilizada por los que se proclaman hipócritamente 'los defensores de la vida', nada más y nada menos: los defensores de la vida. Ahí están, Il Cavaliere y el número 2 del Vaticano, Tarsicio Bertone, que vimos hace poco en España, recibiendo los halagos de nuestro miedoso Gobierno, que confunde la tolerancia con la bajeza. Ahí están, dando lecciones de moral a todos: "no quiero sentirme responsable de omisión de socorro", "no quiero la responsabilidad de la muerte de Eluana; tiene células vivas en el cerebro, e hipotéticamente podría todavía tener hijos", dice Il Cavaliere, ese hombre. Y otro hombre, desde su palco de San Pedro, apela a la posibilidad de un milagro. La vida de Eluana, la persona de Eluana, no es más que un instrumento para que esos hombres impongan su concepción de la vida y de la muerte. La opinión del padre de Eluana, el sensato Beppino Englaro, les da exactamente igual. Ellos, esos hombres, de repente han sentido la necesidad de defender la vida de Eluana, de prolongarla en contra de los deseos del padre, que defiende lo que querría la misma Eluana. \n\n El padre de Eluana quiere a su hija, sabe que ha disfrutado de su hija, y que el tiempo de la belleza se ha acabado, y le duele tanto que no puede soportar el sufrimiento de ver cómo la vida de la que quiere tanto se prolonga sin que lo que se prolonga sea vida, sino otra cosa que és mucho más que la muerte, y también sabe que lo que tiene delante es el cuerpo exhausto que vive unido a la teconología, que ya ha dejado de vivir hace tiempo. Él quiere a su hija, la ha querido y la querrá. Los otros no la quieren, ni saben nada de las exigencias de la vida de Eluana y de sus padres. Es un debate tan absurdo que los argumentos de los dos conceptos de la existencia que se plantean apenas tiene puntos de convergencia. \n\n Pero ahí estamos los supervivientes del extraño mundo en el que vivimos, con la emoción de saber que todavía hay personas humanas que ocupan la Presidencia de un país. Ahí está la miarada firme y a la vez piadosa de Giorgio Napolitano, en la fotografía que tengo delante, que es también una reconciliación con el ser humano.\n\n
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