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Buscamos entre los recuerdos alguna certeza, pero siempre se interpone una tenue oscuridad que nos impide ver con precisión. ¿Quién sabe algo con seguridad? Los principios de Newton, las leyes de Kepler, las leyes de Maxwell, la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad, son aproximaciones casi perfectas a la verdad, son construcciones mentales maravillosas que coexisten junto a otras que están por descubrir. No puede ser que no exista nada más allá de nosotros, me dice Irene mirando el cielo, una noche estrellada. Y sin embargo yo pienso que la mayor belleza está aquí, en la Tierra. Más allá, ciertamente, quién sabe. Pero cada gesto, cada mirada, me permite ver lo que tengo aquí cerca, y cada descubrimiento nuevo es una ofrenda personal a lo que me rodea. El cielo, el más allá, qué maravilla. Pero a los 55 años uno aprende a querer lo cercano. ¡Las estrellas están tan lejos! Aquí tenemos pájaros, niños, acelgas, puerros, misericordia, miradas...
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