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  • MANASLU: del sánscrito "manasa"= alma.\n----------------------------------------\n Si, para salvar el alma, hay que pasar, en algunos casos, por el purgatorio, nosotros pasamos por el nuestro en Katmandú.\nSiete días penando por sus calles, suspirando por que los maoístas nos dejaran paso libre para escapar a nuestro valle.\nY eso que, en sentido clásico, nunca ví Katmandú tan cerca del paraíso como ésta vez: no había tráfico de coches, motos, motocarros, etc... unos cuantos aguaceros habían barrido la contaminación y se podía respirar a pleno pulmón. \nEl bullicio infernal de las bocinas daba paso al alegre rumor de las conversaciones de los transeúntes. Los chicos habían\nrecuperado la calle: por muchas de ellas se jugaban partidos de cricket, fútbol y beisbol, con su buen número de espectadores. \nEl ambiente era festivo, cosa con la que me he encontrado a menudo en Nepal, en las celebraciones de otoño de Dasain o Depawali. Solo que esta vez no estaba programado; era una fiesta civil.\nSi acaso, fallaba que la huelga estaba haciendo escasear productos básicos de alimentación. Y ya sabemos también que basta con que no te dejen salir de un paraíso, para sentirlo como infierno.\nNosotros no estábamos por los paraísos artificiales. El nuestro empezaba en el valle del Buri Gandaki, a 5 horas de Katmandú. Por eso, al sexto día de bloqueo, fuimos a hablar seriamente con Buda. en el templo budista de Chetrapati giramos todas las matracas de oración que lo rodean y le pedimos un pase para el Manaslu. No es que creyera mucho en eso; es que quería creer. Tampoco estaba seguro de que esos tambores giratorios sean para pedir deseos; pero lo quería pensar.\nAl día siguiente, por la noche, sonaba el teléfono en nuestro hostal: se había desconvocado la huelga. La ruta estaba despejada.\n\n\nEn Arughat parecemos un anuncio ambulante de que la huelga ha terminado. Casi antes de que se propague la noticia, ya estamos caminando Buri Gandaki arriba. Todo el mundo nos mira. Aparte de ser un trekking poco frecuentado, en una semana casi no han olido montañeros por aquí, así que reabrimos.\nNo veíamos llegar este momento de las primeras terrazas de arroz, los bambúes, el torrente rugiendo y los primeros "namaste" de la gente. Ya me siento en mi ambiente.\nEn los lodges de la parte baja libro mis primeras batallas contra los chinches. La citronella, lejos de asustarlos, creo que les gusta. No sé quién inventó eso de "sarna con gusto ni pica". Yo puedo decir que gusto tengo mucho, pero que pica también. Al quinto día, mis manos, codos, cintura, parte del cuello y algún punto de la cara están aseteados por el enemigo. Voy embadurnado de calamina. Juan se ha salvado, según él, porque ha tomado vitamina B6. Por eso o por lo que sea, mi sangre les gusta más.\nEn Khanibesi nos damos un baño en un remanso del río. Aún no hemos llegado a los 1000 metros y el agua está fría, pero se aguanta. Los nepalíes no se bañan en los ríos; les tienen un temor reverencial. Otro aspecto más de la ideología, que se da de tortas con la higiene.\nLa gloria de unos spaguettis con verduras, al salir, nos sube la moral. Nuestro guía, Dev y el porteador, Kumar son una joya. Se han puesto a cocinar para nosotros, aunque no tienen obligación. Kumar está cuadrado y ha decidido portear él solito los 28 kilos de los petates. Así cobrará un salario y medio. Dev es listo como el hambre, a veces pensamos que demasiado. Entiende mucho español. Estuvo 3 meses en Cataluña y además, esta agencia trabaja sobre todo con españoles. Pero tiene un talento especial.\nDos himalayistas italianos, que bajan del Manaslu, se cruzan con nosotros. Llevan la dureza de la retirada escrita en la cara. Sin muchas ganas de hablar, uno nos cuenta que arriba siempre estaba nublado y hacía mal tiempo, que Carlos Soria y Oscar Cadiach han abandonado también. Estaría bien encontrárnoslos, pero si llevara más de un mes en la montaña, me iría por el otro lado al valle del Marsyangdi, donde podría hincarle antes el diente a un buen filete y comer y beber a la carta.\nEl río se encañona cada vez más entre Jagat y Deng hasta Namrung. El camino sube y baja continuamente, cambia de orilla. se empiezan a ver tibetanos, lo que será la tónica a partir de ahora. también nos adentramos por bosques de alerces gigantescos y rododendros.\nAlgunos niños tibetanos, arraposados, nos miran como si fuéramos extraterrestres. Siento no tener los globos a mano. empezamos a ver el Shringi Himal, el Ganesh IV, Himal Chuli, Ngadi Chuli y en los días siguientes, los Manaslu, todos entre 7000 y 8000 metros.\nEn Namrung comemos carne de yak, que es una carne que hay que domar, golpeándola con piedras una y otra vez, porque es compacta y correosa. Está suculenta. En este lugar empezamos a meternos en las cocinas de los tibetanos de nuestros lodges, que es donde se los conoce mejor. Son gente muy hospitalaria.\nPor encima de Namrung mejora mucho la calidad de los lodges. Creo que esto va a ser una tendencia de aquí en adelante. En Machhakohla están construyendo dos nuevos y entre Lho y Sho hay uno de una francesa que es impecable, el mejor de todo el recorrido. Por lo que veo, este trekking tiene mucho futuro, porque pasa por sitios de una belleza salvaje e intacta y está muy cerca del circuito del Annapurna.\nSamagaon, en la parte alta, es un pueblo extraño, el más grande de todo el valle del Buri Gandaki y del trekking. Es diferente a los demás: ha crecido a la sombra de las grandes expediciones al Manaslu y recuerda, salvando las diferencias, a esos antiguos pueblos del oeste americano, que crecieron de la nada con la quimera del oro. Aquí no da para hacer millonario a nadie, pero una expedición pesada emplea a mucha gente, que están allí a la que cae. Son tibetanos de aluvión. Cuando llega el monzón, se van y vuelven en septiembre, para la siguiente temporada de expediciones. Está a 3500 metros, tiene un helipuerto y sólo hay 4 horas al Campo Base, que está a 4200 metros; una altura muy viable aún para que trabajen los nepalíes. \nEl hotel Manaslu, el mejor lodge del pueblo, es un hervidero de relatos de los alpinistas que bajan de la montaña. Allí nos enteramos que Carlos Soria llegó hasta 7400 metros y abandonó, pero va a volver en septiembre. En esta primavera, solo unos coreanos han hecho cumbre, pero les costó la vida a dos de ellos, después de perderse. Un neozelandés nos cuenta que, en cinco semanas, solo le ha dejado de nevar un día. A nosotros ya nos parecía que llovía demasiado. Casi todos los días, su tormentita, que suponíamos nieve por arriba. Precisamente, una gran nevasa sobre Samagaon, nos privó de subir al Campo Base con nuestras botas de trekking.\nAhora se trata de llegar a Samdo, a 3860 metros, punto de inicio de la gran travesía del Larkya Pass e intentar que la nieve no nos bloquee el paso. Samdo es un poblado de tibetanos. Es lo primero que se encuentra tras cruzar cuatro collados que vienen del Tibet. El pueblo en masa ha salido a por unas raíces medicinales, que se cotizan muy altas. Reparto globos y me vienen niños de todas partes, diciendo: !balloon, balloon!\nPara atravesar el collado del Larkya sin tienda, hay que salir de noche, a las 2.30. Cuando amanece, a las 5, estamos cerca de la cara noroeste del Manaslu I, virgen y de un aspecto feroz. Hay un silencio absoluto. Ningún trasiego humano lo amenaza. La morrena que cruza el collado del Larkya es un desierto de alta montaña: o te cueces o te hielas. A nosotros nos tocó lo primero, por pura casualidad. Cuando llegamos a Bimtang, los últimos rayos de sol hacen que la cima del Manaslu flote dorada y solitaria, en medio de la negrura del cielo. La visión de algo así, suspendido a más de 8000 metros, es algo irreal. No me extraña que la llamen "el alma".\nEn cuanto al cuerpo, al día siguiente lo estamos lavando en "pelota picada", en el río de la leche (Dudh Khola). Estamos a 100 ó 150 metros de las casas y todo el pueblo mirando. Creo que el asombro se dividía a partes iguales entre nuestra desnudez y el lavado minucioso de cualquier parte de nuestra anatomía sin exclusión. Más curioso era mirar a Kumar, nuestro porteador, que miraba incrédulo cómo nos miraban las chicas, reacción vetada a las mujeres nepalíes. Claro que allí, nadie se pone en bolas así como así. Hay ciertas libertades que se permiten a un extranjero, que serían un escándalo entre nepalíes. Pero esto siempre pasa con los turistas, en países que han vivido muy aislados y son polo de atracción y rechazo a partes iguales. Se los respeta, porque pasan por caja. \nEste río de Bimtang, que es un río de deshielo glaciar ( por eso lo de "río de la leche"), está helado a primera hora de la mañana, pero sorprendentemente el agua está templada al mediodía, llegando casi a secarse a última hora y reiniciando el ciclo cada día. Bimtang está en una hoya entre la morrena y las estribaciones de la ladera opuesta, sufriendo una fortísima evaporación diurna, aunque esté a 3700 metros.\nUna noche mantenemos una conversación interesante con Dev, a colación de la diversidad lingüística de España. Nos cuenta que en Nepal es mucho más extrema. Como pasa en otros países muy montañosos, hay cantidad de idiomas y dialectos. Me viene a la memoria el caso de Suiza. Por ejemplo, Dev es de etnia tamang y Kumar, rai. Si Dev va al pueblo de Kumar, algunos rais no hablan nepalí, solo rai y si Kumar va al pueblo de Dev, pasa lo mismo y algunos sólo hablan tamang. Para colmo, los tamang, como casi todas las etnias (nears, gurung, etc...) están diseminados por todo Nepal y no se puede decir que vengan de una región más que de otra; con la excepción de los sherpas, que provienen del valle del Khumbu. Me pregunto si es por esto que en Nepal tratan tan bien a los extranjeros. Ellos ya son en sí un universo, con millones de "extraños" integrados en sus más de 50 etnias e innumerables mezclas interétnicas.\nHay un poblado idílico, río abajo del Dudh Khola, a 2500 metros, que se llama Goa y está lleno de marihuana por todas partes. !Qué ironía, con ese nombre!\nLo que le queda ya de historia a este trekking es su confluencia con el circuito del Annapurna, a partir de Dharapani. Este trekking se lo están cargando, por la carretera a Manang. Están barrenando paredes totalmente verticales, para abrir pista por zonas inverosímiles. Desde luego, va a ser una pista muy expuesta a avalanchas de lodo y piedras y un recorrido con mucha menos gracia, desde el momento en que se van a ver vehículos con cierta frecuencia. Creo que intentan un modelo de desarrollo turístico de la zona, contrario a la sensibilidad de los que venimos a ver el Himalaya, por lo que su éxito es muy dudoso. Allí te vas encontrando mucha gente que sube, empezándolo, mientras tú bajas, acabando el del Manaslu. Me quedo con lo bien que se vuelve a comer en esta ruta. Ya encuentras carne de búfalo, cocina y repostería elaborada y lodges confortables. También, el ver caras de diferentes partes del mundo, es un buen contrapunto final a la tranquilidad y soledad del trekking de la montaña del alma.\n\n\nEpílogo:\n\n\n\nEn Katmandú, a la vuelta, nos fijamos en una tía imponente que viene de frente por la acera. De ésas que consiguen que no mires a otra parte. le comento a Juan que seguro que es inglesa, por lo blanca de piel. Pero, al pasar por nuestro lado, descubrimos que es Edurne Pasabán, detrás de sus gafas de sol, que acaba de volver del Sisha.\nAunque no me llega el alpinismo de expediciones pesadas, que no innova variantes de dificultad y en el que una sóla persona se lleva todo el reconocimiento, que merecería su gran equipo, ésta tía me merece un respeto. La he oído hablar y me cae bien. Tampoco pretende ser lo que no es, como otros. Quizás su trayectoria le ha ido empujando al profesionalismo, para poder vivir de ello. a partir de ahora, probablemente haga lo que le dé la gana. Parece que quiere tener un hijo. !Eso sí que es una aventura!\n\n-------------------------------------------------\n\n"Sentía que podría seguir así siempre, que la vida apenas nos ofrecería algo mejor que marchar día tras día, en un país desconocido y hacia una meta inalcanzable".\n\nH.W.Tilman, explorador precoz del Himalaya.\n\n
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  • 2010-09-20 21:06:36
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  • Manaslu, la montaña del alma
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