![Manamoto Salar carreti ok Salar de Manaure Guajira – Colombia Harker/Lofredo (2009)](http://blogs.clarin.com/lofredoamerica/files/2010/08/Manamoto-Salar-carreti-ok.jpg)
- Salar de Manaure Guajira – Colombia Harker/Lofredo (2009)\n\n
\nUn abuelo de Isidro pescaba perlas en un fondo cerca de la Isla Margarita cuando la cola de un ciclón lo cogió por el pellejo y lo soltó en La Guajira, medio muerto. Los Wayuu lo curaron y lo alimentaron con sopa de mar y secos de chivo. Cuando mejoró, volvió a lo de las perlas y le fue bien. Se prendó con una guajira y aprendió a hablar con dulzura. Pasó más de un año, hasta que los antiguos los dejaron casarse. Se sabe cómo evitar la inseminación: la mujer unta con prudencia el miembro masculino con un aceite espeso y negro, hecho con tinta de calamar y grasa viva. El margariteño se hizo querer y quiso.\n\n\n\n\n
Después de casados tuvieron siete hijas y ningún varón. Siete mujeres. Siete bellezas. De la más joven nació Isidro, en Cabo de Vela. Fue pescador y marinero. Recorrió el Caribe y aprendió las lenguas de las islas. Un tiempo trabajó en las Salinas, cuando eran de todos.\n\n\n\n\n
Un hombre que decía ser sobrino o nieto del margariteño, por lo menos primo de Isidro, casi hermano incluso, ayudó a Retaguardia a sacar la Africana del salar donde se hundía como una almeja.\n\n\n\n\n
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![cementerio Todo Wayuu Muere Dos Veces José Iguarán (2007)](http://blogs.clarin.com/lofredoamerica/files/2010/08/cementerio.jpg)
- Todo Wayuu Muere Dos Veces José Iguarán (2007)\n\n
\n\nDos trabajadores ayudan a ponerla de pie. Con la manguera de agua dulce chupada de un tanquero, le quitan el susto y, al segundo intento, arranca tosiendo un poco, y agradeciendo efusivamente a todos los presentes, siguen coleteando en las trochas trenzadas, camino al Cabo de Vela. Cuando se aleja, alguien dice que Dios cuida a los borrachos y a los veteranos que ya no saben lo que hacen, ¿no es cierto primo? A todo pescuezo le llega su guadañazo, aunque se lo tape con la barba hasta el ombligo.\n\n\n\n\n
El Reta parte, siguiendo de lejos a un camión que atraviesa el salar hacia una línea de alambres. A un lado de la trocha hay cinco carretillas de madera cargadas de sal y unos puñados de paja. No hay nadie más. Las carretillas están solas. Perfectamente alineadas, como esperando que alguien dé la señal de largada y empiece un rally salino sin pilotos. El camión sigue. El Reta se detiene y pasa un rato buscando una explicación a la escena en la que ha sido insertado. Nada. No, nada no. Todo.\n\n\n\n
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