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¡Jerusalén, ciudad edificada\npara que en ella todos se congreguen!\nA ella suben las tribus,\nlas tribus del Señor,\npara alabar su nombre\nconforme a la ordenanza que recibió Israel.\nSalmos 122:3-4\n\n
De entre todas las tribus o grupos étnicos de la tierra Dios escogió al Pueblo de Israel. De entre todas las ciudades del mundo—que las hay muchas y muy grandes— Dios escogió a Jerusalén. De entre todos los seres que han tenido existencia en esta tierra Dios ha escogido a aquellos que creen en su nombre para hacerlos hijos de él. Nuestro Padre celestial pone en nuestros corazones una atracción especial por esa santa y especial ciudad dónde él decidió establecer su trono en la tierra. Hoy el templo de Dios no existe porque ahora nosotros somos el templo de Dios. También sabemos que vendrá un día muy cercano en el cual la nueva Jerusalén bajará del cielo revestida de gloria para que en ella habitemos los hijos de Dios. Allí tampoco habrá templo porque «el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo».\n\n
En esa hermosa y nunca antes vista ciudad habitaremos por la eternidad junto a nuestro amado Señor y Dios. Allí podremos ver que «Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero».\n\n
Con ese glorioso futuro en mente renovemos nuestra esperanza de que pronto llegará el día en que Dios «…enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.» ¿Te puedes imaginar ese día?\n\n
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