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Da de comer a quienes le temen;\nsiempre recuerda su pacto.\nSalmos 111:5\n\n
La obediencia que mostramos a Dios no surge del temor a ser castigados cual esclavo que desobedece a su amo o soldado que desatiende las órdenes de su superior o niño que comete una grave falta. La obediencia a Dios proviene de corazones agradecidos que reconocen la autoridad de Dios porque ellos saben que Dios la tiene simplemente por ser el Creador. La obediencia a Dios nace del reconocimiento a la majestad y al poder de Dios sobre todos los seres y todas las cosas del universo. La obediencia a Dios es el resultado de nosotros analizar y meditar sobre sus atributos y reconocer su perfección y su absoluto amor hacia nosotros. Cuando colocamos todo lo que somos, todo lo que hacemos y todo lo que tenemos a sus pies estamos aceptando su autoridad sobre nuestras vidas y por ende ratificamos nuestro compromiso a servirle, a respetarle, a obedecerle y a serle fiel en todo lo que hagamos.\n\n
Lamentablemente, las expresiones “temor del Señor” o “temor a Dios” han sido generalmente malinterpretadas y confundidas con la bastante común perturbación del ánimo llamada miedo mediante la cual nuestro ser reacciona, muchas veces de manera incontrolable, con aprensión o recelo hacia aquellas situaciones, cosas o personas que puedan representar un riesgo o un daño para nosotros.\n\n
Nada más alejado de la realidad. El temor del Señor es la respuesta natural del individuo que ha colocado toda su confianza en Dios y depende completamente de sus misericordias y buena voluntad para vivir una vida llena de propósito y satisfacción. Así que alejemos completamente el miedo de nuestras vidas y avancemos con confianza y resolución por los caminos que Dios haya preparado para nosotros. Agradezcámosle en todo momento su protección y su sustento pues nuestro Padre celestial siempre cuidará de nosotros. ¡Sólo a Dios sea la gloria!\n\n