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  • Hola. Escribo por fin desde Turkmenistan el país del Asia Central donde he iniciado mi particular ruta de la Seda.\n\n \n\n\n\n\n\n

    Pero antes, reconozcámoslos. hay que echar mano de un mapa y de mucha paciencia para situar Turkmenistán en el globo terráqueo. Hasta un avezado viajero como yo ha tenido que hacerlo. Lo confieso. Las ex - repúblicas soviéticas del Asia Central son muchas, muy raras, muy poco volcadas al exterior y de nombres tan iguales como para no liarse con tanto “–aquinostán”.\n\n \n\n\n\n\n\n

    De momento, poco puedo decir del país. Que los controles de aduana siguen siendo tan férreos como en la época soviética. Que la capital, Ashgabad, es la obra megalómana del ex - presidente del país, una ciudad forrada en mármol blanco en mitad del desierto. Y que vista a las cuatro de la mañana desde un taxi parece un gigantesco cuarto de baño de casa rica alicatado hasta el techo.\n\n \n\n\n\n\n\n

    Tal cual llegué monté en mi tren, dormí tres horas y salí de viaje. El tren es el Registan, un ferrocarril especial que recorre diversas rutas de Rusia y el Asia Central durante el verano. Este es el último viaje que realiza este año: enseguida llega el invierno y estas estepas se pone intransitables de nieve y barro. A bordo viajan muchos jubilados alemanes y unos cuantos viajeros independientes europeos (que no necesariamente frisan la edad de jubilación). De momento me está gustando bastante. No es el típico tren de hiperlujo donde hay que cenar con chaqueta y corbata como figurantes de una peli de Agatha Christie. Es un tren normal, con cabinas dobles y cu’adurples, algunas con bano privado, otras en el pasillo, tripulación rusa, un servicio bastante aceptable y unos clientes enrollados que parecen más interesados en la cultura de los países que vamos a atravesar que en el glamour.\n\n \n\n\n\n\n\n

    Escribo estas líneas mientras atravesamos el desierto del Karakum, el que cubre las dos terceras partes del norte de Turkmenistán. Una llanura infinita de dunas de arena y matorral bajo que tenían que cruzar las antiguas caravanas que cubrían la ruta de la Seda. De vez en cuando, como un espejismo, aparecen rebaños de cabras o vacas paciendo en mitad de la nada. La línea férrea es un tiralíneas sin fin. Llevamos ocho horas de marcha y el tren no ha dado un solo giro. De vez en cuando aparecen estaciones solitarias, perdidas en el mar de arena, pero muy pulcras, con su jefe de estación y su policía uniformados como para un desfile.\n\nViajamos hacia el norte del país en busca de un accidente (y no geográfico) de lo más singular. Mañana, cuando lleguemos, os cuento de qué se trata. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2009-10-15 09:57:47
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  • La ruta de la Seda: el desierto de Karakum
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