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  • Como profesional del ramo siempre me han preocupado los efectos negativos del turismo. Es cierto que la industria turística genera importantes ingresos para muchos países (y no solo en vías de desarrollo o del Tercer Mundo; aquí salimos del botijo y la pandereta en que nos sumieron 40 años de dictadura gracias a los ingresos del turismo, que continúa siendo nuestra primera fuente de ingresos, el 11% del PIB).\n\nPero a nadie escapa que la socialización y expansión del fenómeno turístico trae también aculturización, trivialización, empobrecimiento de las tradiciones locales, desmantelamiento de sistemas productivos que han funcionado durante siglos (¿qué joven africano va a querer seguir cultivando la tierra de sus padres si engañando con baratijas a los turistas gana diez veces más?) y transformación de ciudades enteras. \n\nEl turismo puede ser como Atila, que arrasa todo a su paso y acaba con la vida local, ¡que es precisamente lo que acuden a ver los turistas!. Recuerdo el chasco que me lleve cuando volví hace poco a Cusco, 25 años después de mi primera visita. Entonces la plaza Mayor de esta ciudad andina era un gigantesco mercado al aire libre donde los más pobres de la ciudad vendía papas, cocinaban anticuchos y malvivían en chamizos de chapa y madera. Era poco "turístico" (en el sentido más peyorativo del término)... ¡pero era real! \n\n\nCuando volví hace poco, las autoridades habían logrado restaurar los edificios y sanear la plaza; ahora todos los soportales y viviendas que dan a este magnífico conjunto colonial las ocupan restaurantes, hoteles y tiendas de artesanías. Todo está limpio y presentable.... pero los peruanos ya no viven allí, porque los precios son desorbitantes. Se ha creado otro parque temático de la realidad, a costa de la verdadera realidad.\n\nEn este sentido me gustó el artículo que leí el otro día en La farola (la revista de los "sintecho"; la compró a menudo porque además de ayudar a quien lo necesita suele traer buenos artículos). Lo firma Antonio Paolo Russo, investigador en urbanismo de la Universidad de Rotterdam, y habla del caso de Venecia, quizá el más dramático ejemplo de como el turismo expulsa a la población local y destroza una ciudad entera. Este es un extracto (el artículo completo lo podéis ver pinchando aquí):\n\n\n"Desde hace muchos años, en múltiples aspectos, Venecia no ha sabido ser digna de su imagen romántica. En el centro hay tanta gente que apenas se puede circular; las tiendas venden baratijas a precios elevados, que los vendedores ambulantes multiplican por 10 para un turista coreano, que compra una máscara de carnaval "made in Corea”.\n\n\nLa situación de la población local no es mejor, los servicios -desde las escuelas a los hospitales- fueron expulsados de la ciudad para dar cabida a operaciones más lucrativas como las comidas rápidas y las tiendas de recuerdos, por lo que Venecia logra cada vez menos retener a sus habitantes. Su población ha disminuido a unas 68.000 personas, cifra apenas superior a un tercio de lo que era en 1951. Ello es comprensible: comer en un restaurante es sumamente caro; la compra de un producto de primera necesidad o de un par de gafas puede imponer una hora de trayecto a una ciudad vecina. Y si a alguno le gustan los quesos franceses, serán dos horas.\n\n\nVenecia se encuentra en las antípodas del "turismo sostenible". Lo que está amenazado en esta ciudad, que hace 250 años era una de las más poderosas y pobladas del planeta, es la cultura en su sentido más amplio. El problema reside evidentemente en preservar el patrimonio. Pero hay más. Sus ciudadanos como sus visitantes desean que Venecia sigue siendo una entidad viva, que no se la transforme en un decorado de teatro para presentar allí la función estéril de un acto de consumo: el turismo.\n\n\nUna solución consiste en disuadir a los turistas más indeseables: los que, por llegar y partir el mismo día, contribuyen a congestionar las principales atracciones turísticas, agravan los problemas de transporte y de salubridad, y ya gastan lo mínimo indispensable. Son 7 millones al año los que sólo pasan allí algunas horas. Pensando en ellos, Venecia ha recurrido a los servicios de Oliverio Toscani, el fotógrafo que concibió las publicidades controvertidas del fabricante de ropa italiano Benetton: le encargó una campaña de publicidad negativa, que muestre basura y palomas muestras, para disuadir de la visita".\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n
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  • 2009-01-13 15:27:05
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  • Los pecados del turismo
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