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  • 1 de diciembre, 55º 59’ latitud sur: cabo de Hornos

    El viento ha calmado. Tanto, que los negros canales asemejan a un pantano más que a la conjunción de dos océanos. Es la ironía de Hornos. Un día sopla un huracán capaz de hundir un navío y durante la siguiente semana no se levanta una brisa. Ayudados por el motor, serpenteamos entre los islotes finales del archipiélago, eludiendo el mar abierto. Varios delfines juguetean en la proa mientras Guisquí sigue atenta sus movimientos. Una leyenda fueguina dice que si las toninas silban al salir a la superficie es señal de que se acerca un temporal y conviene buscar refugio.\n\n

    Hacia las 14.00 se deja ver por fin Hornos, que pese al topónimo no es un cabo, es una isla. Un acantilado de 150 metros cortado a pico que se hunde en un mar tenebroso. Enfrente, sólo agua gélida capaz de matar a quien caiga en ella en menos de cinco minutos.\n\nPero hoy es difícil que alguien se precipite por la borda. Apenas sopla una ligera brisa, incapaz de hinchar las velas, y un sol radiante despunta entre los remolinos de nubes. \nAnimados por el buen tiempo, fondeamos en la boya que sirve de atracadero a la isla de Hornos y desembarcamos ayudados por la zodiac. Es el momento que justifica el viaje. La fascinación de lo extremo, de alcanzar el finis terrae. Una eufórica sensación de conquista y trasgresión nos envuelve y hace válidos todos los esfuerzo, incluidos los tres días de navegación que aún quedan para regresar al punto de partida. \n\nEn el peñón viven tres militares chilenos con dos únicas obligaciones: atender la estación de radio y dar soberanía a una isla que, como toda Tierra de Fuego, provocó continuas disputas entre Argentina y Chile hasta el Tratado de Límites de 1881. Son relevados cada dos meses, junto a una nueva provisión de víveres, agua y películas de vídeo suficientes para impedir a la siguiente dotación morir de hambre y de tedio. Una simple cabaña con tejado de aluminio a dos aguas, una caseta para el grupo electrógeno, una capilla y un faro automático componen la infraestructura de la estación. Hacia el Oeste, sobre un promontorio, un monumento en forma de albatros mantiene vivo el recuerdo de los marinos fallecidos al doblar Hornos. Al pie hay grabado un poema de Sara Vial de los Heros que en aquel momento no copie. \n\n\n\n Pero mira por donde Justindbf si lo recordaba y me lo dejó escrito al inicio de este ciberviaje (gracias Justin, para eso sirven los amigos blogueros):\n\n“Soy el albatros que te espera en el final del mundo,
    Soy el alma olvidada de los marinos muertos,
    Que cruzaron el Cabo de Hornos,
    Desde todos los mares de la tierra.
    Pero ellos no murieron en las furiosas olas,
    Hoy vuelan en mis alas,
    Hacia la eternidad,
    En la última grieta de los vientos antárticos” .\n\nY nada más. Vientos de hasta 110 nudos impiden el crecimiento de cualquier cosa, animal o vegetal, que levante más de un palmo del suelo. Sólo en verano una colonia de pinguinos que viene desde la Antártida para alumbrar aquí a sus crías anima la claustrofóbica soledad de la isla de Hornos. \n\nFrente a nosotros se abren los 800 terroríficos kilómetros del Paso de Drake y, después, el Polo Sur. El fin del mundo. Hoy los modernos sistemas de navegación ayudados por GPS, sónar, radar, radios… permiten que su singladura no sea tan penosa como hace unos años. Pero el crujir de las gavias, el bronco estallido de las cuadernas al reventar contra un muro de agua y los gritos ahogados de los infortunados marinos siguen habitando las noches eternas de este mundo perdido en el confín de América.\n\n \nP.D.: a partir de hoy me propongo hacer uso de las tres prerrogativas que la tradición otorga a los marinos que doblaron el Cabo de Hornos y sobrevivieron para contarlo, a saber: no descubrirme ante el rey, ponerme un aro en la oreja y mear hacia barlovento. Aunque bien pensado, esta última no se si la pondré en práctica, las leyes de la física saben poco de tradiciones marineras. \n\n\n\n\n\nOTRA PD: hoy empieza FITUR, la feria internacional del turismo de Madrid. Voy hacia allá. Máñana os cuento el marujeo de un periodista de viajes en la hoguera de las vanidades del mundillo turístico. ¡La trastienda de FITUR! ¡Lo que nunca nadie contó del gran mercado persa de las vacaciones! \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2009-01-27 22:22:43
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  • Hornos: el verdadero faro del fin del mundo
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