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  • No me refiero a la magnífica película de Roland Joffé, protagonizada por Jeremy Irons y Robert de Niro, Aunque podría ser. Hablo de la misión jesuita de Cerocahui, uno de los más importantes centros religiosos de la sierra tarahumara. Siempre me produjo interés el fenómeno de las misiones y su importancia dentro del proceso colonizador de América. \n\nPor un lado me sorprende la determinación, mezcla de fe y audacia, de aquellos misioneros capaces de sortear todo tipo de obstáculo para expandir su fe. Como ocurre en "La misión" con el padre Gabriel/Jeremy Irons. O como ocurrió aquí mismo en Cerocahui. Los primeros intentos de evangelización datan de 1601, cuando llegaron el padre Julio Pascual y su ayudante el padre Martínez. Fueron martirizados y asesinados el 1 de febrero de 1632 en el pueblo de Santa María de Varohíos durante una revuelta tarahumara liderada por un caudillo local de nombre Teporaca. En 1670, otro jesuita, el padre Juan María de Salvatierra, solicitó a sus superiores ser destinado a las misiones más difíciles de la Sierra. Y lo mandaron a Cerocahui, donde consiguió asentar una comunidad. \n\nPero tampoco se puede olvidar el papel destructor de las tradiciones y las religiones autóctonas de esas evangelizaciones. A nadie escapa que la gran diferencia de la colonización española frente a la inglesa o francesa, por ejemplo, fue la necesidad de ir con la cruz por delante, la misión divina supuestamente encomendada a la corona española de expandir la fe, a fuego y espada, a lo largo y ancho del mundo. El tema es largo y complejo como para debatirlo aquí. Pero aunque reconozco que los misioneros llevaron también educación, técnicas agrícolas, mejora de la sanidad.... contribuyeron a acabar con las culturas autóctonas. \n\nCamino por las calles desiertas de Cerochui guiado por la torre de la iglesia de la misión. Solo se ven algunos niños corriendo y un par de hombres trabajando en la lejanía de los campos de labor. Es una tarde gris plúmbea y ventosa. La capota del cielo filtra una luz fosca y triste. La misión ocupa un lateral de la plaza del pueblo. Es un gran edificio de piedra sillar con una única nave y fachada también de cantería de piedra rojiza. Tiene techumbre a dos aguas de teja roja y una gran cúpula sobre el crucero forrada de azulejos amarillos que destacan de forma sorprendente sobre la monotonía verde y negra del paisaje. \n\nLa puerta esta abierta y entro. El interior es de una sencillez y austeridad extrema, como casi todas las iglesias de la sierra. No hay nadie a estas horas, pero podía imaginármela en pleno siglo XVII repleta de indígenas tarahumaras escuchando al padre Salvatierra en el púlpito, a la luz de las candelas. O durante la Semana Santa, la fiesta religiosa católica que mayor aceptación tuvo entre los tarahumaras y que aún hoy se celebra con mayor intensidad. Cuando los jesuitas fueron expulsados los tarahumaras se quedaron durante unos años sin sacerdotes lo que no fue impedimento para que siguieran celebrando la Semana Santa y adaptándola cada vez más a sus propios rituales. Cuando volvieron los curas no hubo forma de devolver la ortodoxia a la fiesta. \n\nCuando salgo, me cruzo con una fiesta popular. Las calles parecen haber recobrado la vida que antes no tenían y como por arte de magia empiezan a aparecer niños disfrazados en todas las esquinas. Me quedo con una, con una bella princesa que me mira con ojos de esperanza y una varita mágica en medio del lodazal.\n\n\n\n\n\n
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  • 2009-02-11 09:00:30
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