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  • Mis últimos días en la sierra los empleo en explorar la barranca de Urique. Doug me ha invitado a ir con él en su camioneta. De Bauchivo a Urique hay 54 kilómetros por una pista de terracería muy pedregosa que demora al menos dos horas. El camino sube primero entre densos pinares hasta llegar a un balcón natural donde la tierra desaparece como por encanto y se hunde en una quebrada de cantiles sucesivos que se prolongan a derecha e izquierda del escenario. Es la Barranca de Urique. Doug pone la reductora y afronta las primeras rampas en descenso. El río se ve mil metros más abajo, como un fino cable de cobre retorcido entre peñascos. \n\n- “Cuando abrieron esta pista en 1976 era aún más estrecha”, comenta sin quitar la vista de la carretera. “Era muy difícil conducir por aquí. Menos mal que la ensancharon hará unos 10 años. Pero imagínate, ¡no la abrieron hasta el 76! Hasta entonces todos lo que subía y bajaba tenía que hacerlo a lomos de mulas por el antiguo sendero de los tarahumaras”.\n\nEn una de las muchas curvas observo una cruz, como las que aquí se suelen poner al borde de las carreteras para señalizar el lugar donde hubo un accidente. Diego ve que me quedo mirándola.\n\n- “Un conductor que se cayó cuando iba borracho”, sentencia lacónico.\n\nUnos zopilotes sobrevuelan la escena. La pista se convierte en un zigzag continuo de curvas que a veces vuelven sobre si mismas prácticamente 360°. El río sigue viéndose allá al fondo como una cinta almagre sobre la que espejean los minúsculos remolinos blancos de los rápidos.\n\nUrique fue uno de los pueblos mineros más importantes de la sierra. Pero eso fue hace mucho tiempo. Hoy es un pueblo fantasma, un sinsentido que habla del apegó atávico de los hombres al lugar en el que han nacido, aunque ese lugar esté sepultado en vida. Las minas de Urique fueron descubiertas en 1690. A partir de entonces las sendas de la sierra se llenaron de mineros, gambusinos, comerciantes, ingenieros, buscavidas, soldados del rey y demás personas relacionadas con la minería que cambiaron en un corto período de tiempo el panorama económico y social de la comarca. \n\nUrique nació de una fiebre, la del oro y la plata, y en el peor lugar del mundo, al fondo de la barranca, donde el clima es insano y caluroso e incomunicado del resto del mundo. Un pueblo de frontera, hecho al asalto, sin más planificación que la codicia que generaba el dinero. A lo largo de su única calle, la misma que sigue existiendo hoy, se pararon barracones, tugurios, mansiones, negocios, prostíbulos, cafetines y hospedajes al pairo de la calentura económica. Pero el mineral se agotó a principios del siglo XX y la comarca inició un largo declive. Urique cayó en el olvido. Y ahí sigue. Perdido al fondo de un abismo insondable, entre polvaredas resecas y remolinos de aire podrido. \n\nPaseo por la calle principal y me fijo en una de las casas ricas que destaca sobre las demás. Una construcción de dos pisos que un día tuvo que ser una elegante mansión y que hoy, llena de desconchones, está fragmentada en varias viviendas y locales comerciales. Sobre su frontispicio, un rótulo: “La Central, 1910". En el bajo comercial que hace chaflán hay una tienda de ultramarinos en el que no ha debido de cambiar ni un tornillo en los últimos cien años y la que entro de forma casi ceremonial, como si de repente una máquina del tiempo me trasladara a aquellas viejas tiendas de coloniales que conocí en la España pobre y atrasada del franquismo. El señor que la atiende se llama Carlos Silva y es el dueño del edificio, que heredó de su padre. \n\n- “Antes venían burros cargados con mercancías casi a diario. Ahora sobra género. Aquí uno se muere en vida. La casa la fuimos vendiendo a trozos; era muy grande para mantenerla una familia sola”, me confiesa.\n\nEn el mostrador de madera se suceden cajas llenas de huauzontles, romeritos, verdolagas, elotes, cebollas, chiles, … además de una balanza y un mazo de papel de estraza para envolverlos. Apoyado al pie de la repisa hay grandes capazos de esparto con nopales, guisantes, huitlacoches, toronjas, ajitomates... Es como si el tiempo se hubiera detenido. Como si de repente me hubiera caído dentro de un relato de Juan Rulfo. \n\n\n\n\n\n\n
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  • 2009-02-12 15:47:00
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  • La barranca de Urique
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