PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • Deambulo por Leticia, la capital de la amazonía colombiana, como quien pasea por un pueblo de frontera, hecho a la avalancha. Es una ciudad moderna y anodina, de casas bajas y calles cuadriculadas sin mayor atractivo arquitectónico. Hay varios hoteles, algún buen restaurante con pescado de río y un montón de motos. Su verdadero atractivo es su ubicación y su condición de puerta de acceso al corazón de la selva. Leticia cuenta con unos 35.000 habitantes que viven de la pesca, del comercio y cada vez más, del turismo. Hay un mercado de productos locales bastante animado y un malecón recién inaugurado que se asoma a la inmensidad del Amazonas.\n\nY poco más. Por la tarde me voy hasta la frontera con Brasil, que debe de ser la frontera más permisiva del mundo: no hay ni guardas ni barreras ni control alguno. Por no haber no hay ni línea fronteriza. Simplemente vas por una calle y de repente, ya no estás en Colombia. Estás en Tabatinga, estás en Brasil.\n\nTabatinga es también otra ciudad de colonización, de frontera. Más caótica, sucia y desordenada que Leticia, pero con una intensa vida comercial. Cuatro barcos semanales la unen con Manaos y en ellos llegan mercancías de todo tipo mucho más baratas que por el lado colombiano, que han de ser transportadas en avión. Así que todos los productos perecederos, alimentos, bebidas o ropas que se consumen en Leticia llegan por Tabatinga.\n\nMe hace ilusión haber vuelto de repente y sin quererlo a Brasil. Y me voy al puerto de Tabatinga a ver atardecer y tomarme una "cerveja bem gelada" para celebrarlo. A esta hora del crepúsculo el pantalán es un hervidero de gente que va y viene con los más dispares motivos y cargando los más dispares bultos. El barco que saldrá al amanecer hacia Manaos está amarrado en el puerto, completando su carga de mercancías y de pasajeros. Les llevará tres días y medio a bordo de esta chatarra flotante y en hamacas sobre la cubierta alcanzar la capital de la Amazonía brasileña. Pero no hay otra cosa. Por este lado tampoco hay carreteras.\n\n\nMientras me termino una Skol bien fría (Brasil es, si exceptuamos México, el país del mundo donde te ponen las cervezas más frías), los rayos de sol se pliegan sobre el Amazonas y el escenario se convierte en una orgía de colores dorados y almagres. Debe de haber pocos atardeceres tan hermosos como los del Amazonas. Quizá solo los del Mekong. Incluso el blanco sucio y los ronchones de óxido del casco de la nave que va a Manaos parecen pan de oro con esta luz mágica. Las siluetas de las piraguas se recortan sobre los brillos del río como sombras chinescas. Hay gente sentada como yo, bebiendo cerveza; otros están asomados a la barandilla, con la mirada pedida en el gran río. Otros pasean cogidos de la mano y los niños saltan y juegan como en cualquier parte del mundo. Solo que esto no es cualquier parte del mundo. Es el rincón más perdido del mundo. Conectado con el resto del planeta por el cordón umbilical del río más grande y traicionero del mundo.\n\nImagino que Macondo debía de ser un sitio muy parecido a este. Aunque sin la estridente música que chirría en los altavoces del chiringuito y rompe la magia del momento. Pero ya lo dejó escrito Billy Wilder: "nadie es perfecto". \n\n\n\n\n\n\n\n
sioc:created_at
  • 2009-03-05 01:06:19
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
sioc:has_reply
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/paco-nadal/2009/3/6/tres-fronteras-y-solo-rio (xsd:anyURI)
sioc:title
  • Tres fronteras y un solo río
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all