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  • La suerte del viajero existe. La buena y la mala suerte. Pero existe. Es el componente de azar con el que se construyen todas aquellas acciones voluntarias o involuntarias que te suceden mientras estás de viaje. Unas veces el hotel que has elegido es maravilloso y otras, lo gestiona la familia Monster. Unas veces hace buen tiempo y otras diluvia toda la semana durante tus vacaciones en una playa tropical. Unas veces en el restaurante dan ostras y percebes a precio de pincho de morcilla porque es el santo del jefe y otras te soplan 100 euros por un menú de diseño deconstruido y tienes que parar luego en el Burger King para no irte a la cama con hambre. \n\nPor eso hay también gente con la que da gusto viajar y otra con la que no. Da gusto viajar con aquellos que aceptan este alto componente de eventualidad en cada viaje, gente que disfruta cuando la entropía gana a la previsión. "El destino no es a dónde vas, sino adonde vas a parar", decía Jim Stempel. Y hay gente con la que no apetece viajar porque no entiende esto y es divertida si las cosas van bien pero se vuelve mustios, irritables o "fostiables" cuando las cosas se tuercen. Y no solo hay que cargar con la dosis diaria de entropia, sino con ellos mismos. Por eso no se puede viajar con cualquiera.\n\nMala suerte por ejemplo, es que vayas a Gales y te llueva seis días de siete. Buena suerte es que tengas un amigo que tiene un amigo que tiene un cuñado que concoce a una señora que es vecina del director del hotel A Hard Day´s Night, en lujoso cuatro estrellas en un edificio histórico del centro de Liverpool (que por supuesto, es Inglaterra, y no Gales, para los suspicaces). Que le comente que va un periodista español, con ínfulas de ser conocido al menos en su barrio. Que a ver si le puede hacer algún detalle. Y que el director del hotel se enrolle y te haga un "upgrade", que en inglés es darte una habitación superior a la que has pagado, siempre que queden vacantes. Y así te ves en la suite John Lennon, con más metros cuadrados que tu propia casa, un piano de cola blanco en el centro del salón y más botones para encender y apagar de los que podrías en una sola noche. ¡Solo me faltó tocar el Let it be!\n\nNo recuedo ahora si he estado una o ninguna vez antes en una suite como ésta. Pero esa es la suerte del viajero. La buena y la mala. \n\n\n\n
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  • 2009-05-10 18:10:10
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  • La suerte del viajero
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