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  • El segundo día encontramos por fin nieve más compacta y ya pudimos colocar las pulkas. ¡La prueba de fuego!: era la primera vez que los cuatro nos enfrentabamos a tirar como bueyes. Y cuesta, eh, cuesta mucho. Sobre todo porque seguiamos progresando por una pendiente suave pero constante. En cualquier caso, siempre es más fácil arrastrar el peso así que a las espaldas. \n\n.\n\n.\nSube, sube y sube. Ese día empujamos de la pulka con ahínco pensando que el final de la cuesta estaba cerca. ¡Qué ingenuos! Era una ilusión óptica. La pendiente parecía no tener fin: siempre la teniamos en el horizonte.\n\n.\n\n.\nDos días enteros estuvimos ganado altura. Por fin, cuando el altímetro marcaba ya 1.500 metros de altitud la pendiente se suavizó y alcanzamos el plateau: la gran llanura helada interior que cubre toda Groenlandia. ¡¡¡2.7000 kilómetros de largo por 1.5000 kilómetros de ancho así: una inmensa, eterna, agobiante y bella planicie helada. La nada. El minimalismo llevado al extremo. Durante los siguientes cinco días no veríamos otra cosa más que una delgada línea blanca en el horizonte. 360 grados sin ninuna mancha ni referencia. Miraras donde miraras. Lo más extraño y sugerente que he visto en mi vida.\n\n.\n\n.\n\nEn un territorio que se repite como un bucle sin fin, la rutina empaña todas tus acciones. Levantarse, desayunar, recoger el campamento, ponerse a caminar. Una hora de marcha; diez minutos de descanso. Otra hora de marcha; diez minutos de descanso. Aquí están Jose Luis y Caracoles en uno de esos descansos. Nos invade una extraña sensación de dejà vú. ¿No hemos estado aquí antes?\n.\n\n.\n\nEste soy yo (para Margarita, que pedía fé de vida y de que de verdad había estado allí). Hizo mucho frío esos primeros días. La temperatura no era demasiado baja (entre 0 y 1 grados), pero el viento y el hecho de vivir encima de un frigorífico de 2 km de espesor y las puertas abiertas de par en par aumentaba la sensasión térmica. Mucha crema solar y mucho protector de labios para no volver con la cara destrozada.\n\n.\n\n.\n\nY hacia las seis de la tarde, parada y de inmediato a montar el campamento. No lo había comentado hasta ahora, pero en esas latitudes y en estas fechas no hay noche (lo siento Nurianómada: no puedo describirte cómo eran las estrellas allí). El sol se oculta entre las 12 y las 2 de la madrugada, pero sigue habiendo una penumbra muy clara. ¡24 horas de luz!. Bueno para caminar; terrible para conciliar el sueño. Menos mal que llevábamos antifaces de esos que dan en los aviones. \n\n\n\n\n\n\n\n\n
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  • 2009-06-24 16:01:40
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  • Las fotos de Groenlandia (III)
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