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  • He estado en el Hermitage , la visita inexcusable en San Petersburgo. El Hermitage es el tercer museo más grande del mundo (tras el Louvre y el British Museum ). Ocupa varios cientos de habitaciones del Palacio de Invierno -la residencia de los zares hasta la Revolución de 1917- y sus pabellones anexos, el pequeño, el viejo y el nuevo Hermitage, los edificios que Catalina la Grande y sus sucesores mandaron construir para ir dando cabida a su cada vez mayor colección de obras de arte. \n\n

    El complejo palaciego es soberbio. Más aún si se tiene en cuenta que la ciudad sufrió uno de los asedios más brutales de la II Guerra Mundial . Lo que me parece milagroso es que sobreviviera algo a 30 meses de bombardeos nazis.\n\n\n

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    El contenido también es soberbio. Aquí están muchos de los mejores cuadros de la historia de la humanidad. Entre ellos, mira por donde, el grueso de lo que Gauguin pintó en Tahití . Me hizo ilusión ver aquí, en una ciudad que en invierno se convierte en una pista de patinaje, la obra que Gauguin pintó en unas islas tropicales en las que acababa de estar no hacía ni dos semanas.\n\n

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    Otra cosa es cómo están conservados esos cuadros. Sorprende que la tercera pinacoteca del mundo tenga todavía tubos fluorescentes en los techos, que no haya aire acondicionado (casualmente solo había refrigeración en la sala de pintura española; por cierto tienen un par de Velázquez de su primera época realmente fantásticos), que haya ventanas abiertas y luces directas del exterior que inciden en los cuadros. Algunos están tan mal iluminados que cuesta verlos. Y mucho piden a gritos una limpieza y restauración.\n\n

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    Aviso para navegantes: el Hermitage, como todos estos grandes museos, es un trago imposible de digerir de una sola tacada. Nadie en su sano juicio puede afrontar la visión de casi 3.000.000 de objetos y obras de arte (no todas están expuestas) y no morir en el intento. El síndrome de Stendhal se queda en un simple resfriado comparado con esto. Hay que planificar la visita y dedicarle varios días si quieres verlo en profundidad. \n\n

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    Y un error que yo mismo cometí: no se puede venir un domingo de temporada alta. Ni a éste ni a ningún museo. ¡Dios! Hordas enteras de grupos des-organizados (los más escandalosos e irrespetuosos, los españoles, por supuesto), siguiendo a una señora con una banderita, hartos de ver cuadros a la carrera y deseando salir de allí como fuera. Como dice mi amigo Antonio Lucas: “¡esta no es manera de ver un cuadro!” Mejor un martes de pleno invierno.\n\n

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    Otro apunte: no se por qué las señoras que vigilan las salas son en su mayoría contemporáneas de los pintores holandeses del XVI. ¡Vaya muchachada! La más joven hizo la primera comunión con Lenin. Pasabas de sala en sala con la tensión de comprobar quien tenía más años, si la vigilante o los cuadros expuestos. \n\n\n

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    Aquí podéis ver la web oficial del museo. \n\n\n

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    En temporada alta (verano) la cola de entrada memorable. Hay paisanos que se ofrecen a hacer la cola por ti por 10 dólares. \n\n

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