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 "Si hay alguna manera de ver menos cosas de un país que desde un coche, yo no la conozco", dicen que dijo una vez el escritor de viajes británico Eric Newby.\n\n-Yo sí la conozco: desde un avión (el apunte es mío).\n\nEl avión ha elevado la prisa a categoría de necesidad. Se viaja tan rápido que en tres horas de vuelo te puedes plantar en la selva tropical, en el desierto o en una ciudad de rascacielos sin saber qué diablos te has dejado por el camino. Una vez desayuné en un poblado mísero de Etiopía y por la noche estaba cenando en un famoso (y muy caro) asador de Madrid. Me costó días recuperarme de ese shock.\n \n¿Se puede viajar aún sin prisa, a la antigua usanza, saboreando cada metro de la aventura?\n\nCon esta premisa -y pequeño presupuesto de un medio de comunicación al que convencí de que ésta era una buena idea para un reportaje- me lancé hace unos años a uno de los viajes más locos y divertidos que recuerdo: llegar a Asia desde la puerta de mi casa viajando en autobús regular. De ciudad en ciudad, sin reserva previa ni planificación. Simplemente me presentaría en la ventanilla de la estación de autobuses de turno y pediría un billete para la siguiente capital. Una vez allí, repetiría la operación. Y así sucesivamente. \n\nCompré un billete desde Madrid a Barcelona y una fría mañana de invierno me presenté en la Estación Sur ligero de equipaje y dispuesto a iniciar una inusual peregrinación hacia Oriente.\n\nEsta es la historia de aquel viaje..... (continuará....)\n \n\n\n \n\n\n
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