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 Hace algún tiempo en una entrevista el entrevistador me preguntó:\n\n¿Cuantos días pasas fuera de tu casa?\n\nY me quedé dudando. "Pues no lo sé, nunca se me había ocurrido contarlos". Como tampoco he contado nunca el número de países que he visitado: me parece de mal gusto; viajo por aprender no por coleccionar sellos en el pasaporte.\n\nAsí que el pasado 1 de enero de 2010 decidí apuntar en el calendario que hay sobre mi mesa de despacho los días que pasaba fuera de mi casa, viajando. Un crucecita negra en la esquina superior derecha de cada día que durmiera lejos de casa. Hoy los acabo de contar:\n\n205 días... y sus correspondientes noches.\n\nDurante esos días hice reportajes en Sudáfrica, Chile, Bretaña, México, Camino de Santiago, Estados Unidos, Escocia, Kenia y Tailandia, amén de varios por España.\n\nConfieso que yo mismo me he sorprendido. No imaginaba que fueran casi dos terceras partes de mi vida. Pero tampoco me extraña. \n\n¿Se puede vivir con semejante desarraigo? Sí, pero tienes que pagar ciertos peajes. Soy feliz porque creo que tengo el mejor trabajo del mundo: que es ése que cada uno soñaba con hacer, no uno en concreto. Pero si estás 205 días fuera de casa al año no puedes tener una familia normal ni tu relación con tus amigos es normal. Siempre estás y no estás. Eres intermitente, como un semáforo, y tus allegados te tienen que aceptar así. No puedes tener ninguna rutina (en mi caso, es que las odio) y debes de estar dispuesto a pasar muchas horas de soledad. No es nada del otro mundo, lo puede hacer cualquiera, pero hay que saberlo y aceptarlo. \n\nA menudo me escriben estudiantes de periodismo preguntándome qué hay que hacer para ser periodista de viajes. Procuro responderles a todos y a todos va la misma respuesta: primero, ser viajero vocacional; haber viajado mucho y de todas las maneras posibles, sin esperar recompensa ni rentabilidad económica alguna. Simplemente por el placer de viajar y experimentar, de conocer y aprender. Con o sin dinero, con o sin compañía, con o sin billete de vuelta. Luego, con el tiempo y con suerte, eso se puede convertir en una profesión. Pero nunca al revés. \n\nA todos mis compañeros de profesión les pasa lo mismo: fueron viajeros antes que periodistas, viajaron desde adolescentes con los ojos bien abiertos, con los sentidos alerta, por el puro placer y la pura necesidad de salir, ver y experimentar. Chupándose miles de horas de tienda de campaña, de hostales inmundos y trenes desvencijados. Luego cada uno se las ingenio para convertir ese bagaje en una forma de vida. En la que nunca vas a ser rico pero al menos, sí feliz.\n\nEmpieza un año nuevo. Y acabo de colocar las tres primeras crucecitas en el calendario 2011. \n \n
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