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  • … transcurrió todo el día visitando zonas turísticas y recreándonos en las maravillosas vistas y escarpados acantilados que la naturaleza había dispuesto con suma belleza...\n\n

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    … Anochecía y el cielo empezaba a despejarse… La Luna, radiante y resplandeciente como siempre, coronaba la noche estrellada y nos enamoraba a todos con su brillante rostro y su complaciente mirada. Fiel testigo de los acontecimientos que se sucedían en su planeta predilecto, la Tierra. ¡Qué no habrá visto desde su privilegiada posición en el espacio! Viendo pasar civilizaciones enteras, guerras, hambrunas, plagas y toda clase de adversidades a las que ha tenido que hacer frente el hombre. Y ella impasible, observando… y creciendo y decreciendo y girando en la rueda del tiempo.\n\n

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    … Nos dirigimos al puerto de Alghero. Ciudad que, por estar sus costas repletas de algas, los árabes la denominaron así. Recorrimos el casco antiguo por sus pintorescas calles buscando un buen restaurante para cenar… \n\n

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    … Al salir decidimos dar un paseo pos las paradisíacas playas, para bajar la suculenta cena… apetecía andar a estas horas de la noche, sin rumbo fijo, siguiendo las pisadas que antepasados lejanos habían recorrido, quizás para ocultar tesoros o quizás huyendo de algún cercano peligro. ¡Quién sabe!\n\n

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    Juan, -con anticuerpos del sida- tuvo la idea de sentarnos en círculo y encender una pequeña fogata… La noche acompañaba. Hacía tiempo que no estábamos pisando tierra y después de la tormenta que vivimos tan intensamente, decidimos darnos un descanso y disfrutar de la calma…\n\n

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    Sentados alrededor del fuego, saboreando ese mágico momento… ¡Quién no ha estado sentado junto al fuego en una solitaria playa! Creo que ha sido una constante en la historia de la Humanidad. Quizás para celebrar alguna victoria… quizás para impulsar alguna conjura… quizás para dar gracias al Creador, por esta vida… quizás para ofrenda a los dioses… quizás para adorar el fuego sagrado y eterno… Tantos motivos que el hombre en su historia ha derramado sobre el fuego purificador deseando buenos augurios para unos y otros…\n\n

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    Ahí estábamos los siete amigos, cada uno tan distinto, con una educación tan distinta, habiendo crecido en familias tan dispares, pero compartiendo un mismo propósito, un mismo anhelo, una misma ilusión: encontrar el motivo que diera sentido a nuestra vida. Quizás cada uno de nosotros, con proyectos distintos, estudios distintos, todos unidos en un mismo fin. El verdadero sentido a nuestra existencia, al margen de las actividades de cada uno. Es lo que nos hacía común, una verdadera piña. Y estábamos dispuesto en este año sabático que nos habíamos tomado, dar un impulso y desplegar las velas del velero interior para llegar al puerto deseado en lo más recóndito de nuestro ser.\n\n

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    Juan, rompió el silencio… sonó como el retumbar de tambores y su voz nos penetró a todos con la fuerza que emana de un ser que sabía que su vida pendía de un hilo. Quizás era el más consciente de la vida, porque ahora la palabra muerte sonaba con más fuerza. Cuando te dicen que tienes el sida, aunque solo sean los anticuerpos y aunque ahora esta enfermedad esté catalogada como una enfermedad crónica, tu vida comienza de nuevo y los valores que te impulsaban a vivir se distribuyen y se ubican en otro orden. En definitiva empiezas a descubrir el amor. Necesitas amor para vivir… Y buscas el amor en cada persona, en cada mirada… Ahora quieres alimentarte de amor… Si todos los seres viviéramos con el sentimiento que nos íbamos a morir mañana, la escala de valores cambiaría definitivamente y nos haríamos más humanos. \n\n

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    ¡Es curioso cómo nos frenamos en seco, como caballos desbocados, cuando la noticia de una hipotética inminente muerte pasa por delante de nosotros! ¿Acaso no hemos de morirnos todos? Pero la mente, la ilusión de este mundo nos engaña una y otra vez y nos hace ver que eso no va con nosotros. El ego nunca quiere morir, quiere seguir reinando por siempre jamás. Aunque veamos cada día los féretros que pasen delante de nosotros, decimos, esto no va conmigo.\n\n

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    Juan, nos demandaba amor. Era su alimento. Era un mendigo del amor, y nos suplicaba que le diéramos amor. Sólo quería eso.\n\n

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    Todos nos miramos atónitos y lanzamos un invisible y silencioso grito unánime y cogidos de la mano en círculo nos conjuramos a dedicarle amor, no compasión, a nuestro querido amigo Juan. De la mejor forma que cada uno supiera, pero amor… Pude ver nítidamente cómo el fuego abrasador secaba los infructuosos intentos que las lágrimas de todos nosotros deseaban brotar por nuestras sonrojadas mejillas… \n\n

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  • 2007-11-24 22:11:38
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  • EL PUNTO DE PARTIDA IX
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