PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • Fui a trabajar mucho más alegre de lo normal. Lo que era relativamente fácil. Eran esos nervios, ese nudo en el estómago, el que me impedía saborear la libertad. No entiendo por qué es tan difícil una ruptura. Cambiar de camino.\n\n

    \n\n\n\n

    Una pequeña bolsa en el maletero del coche es lo único que delataba el que sería mi paso. Mi gran paso. Aquello que tantas veces quise y no hice. Normalmente las ganas de dejarlo todo me llegan en un momento de nopuedomás, y me lleno de rabia, y me tiembla la voz, y las manos, en ese intento de ser un ser social y autocontrolado. Y una vez dominada la furia llega la impotencia. Por no haber podido darla rienda suelta. Por tener que seguir. Un día más. Igual que ayer. Igual que mañana. Conteniendo y conteniendo. Aguantando y aguantando. \n\n

    Ya no. Ya no más. \n\n\n\n

    \n\n

    Esta vez es diferente, porque esta vez está hecho en frío. No me he despedido. Del trabajo. De ella. He cogido una bolsa. La he llenado con no sé muy bien qué. Seguro que anda llena de prendas incombinables. Cuchilla de afeitar con pasta de dientes. Pero da igual. Por una vez, con lo que yo he querido. \n\n

    \n\n\n\n

    Cuando termine de trabajar voy a coger el coche, a poner mi música, a subir el volumen, y a ir tan deprisa como mi sentido común y las circunstancias del tráfico me permitan. Independientemente de lo que me diga el número absurdo que hay dentro del absurdo límite con forma de círculo rojo. Ni de lo que me diga ella. \n\n

    \n\n\n\n

    Voy a coger una carretera. Y voy a huir. Sí. A huir. Antes de que me ahogue del todo. Antes de que se me olvide respirar. Y el resto me vea con la tez roja, morada, azulada. Y se quede mirando. Sin desabrochar siquiera el nudo de esta corbata.\n\n

    \n\n

    Y por fin estoy. Por fin lo he hecho.\n\n\n\n

    He cogido la A-42. ¿Por qué? Y por qué no. Y he seguido conduciendo. Y he llegado hasta Toledo. Y la he dejado atrás. Como el recuerdo. Un cartel marrón. Parque Nacional de Cabañeros. Odio el marrón. No entiendo por qué un parque Nacional tiene que estar anunciado en un triste y aburrido cartel marrón. Igual de absurdo que el rojo circular de la señal anterior. Y cuanto más me alejo menos casas. Más prado. Y también montes. Los montes… tengo que concentrarme para no desconcentrarme en esa carretera de doble sentido, mientras mato mi conciencia a fuerza de subir el volumen, y dejo volar mis sentidos mirando todo aquello. Los montes. Ellos sí que son libres. Y no necesitan correr. Ni están solos. Uno al lado del otro. Que si no baja el aire ya suben ellos. Tan quietos. Tan serenos. \n\n

    Anochece y me duermo. Tengo que dormir, así que paro en el siguiente pueblo. Las Navillas. Es la primera vez que viajo sin rumbo. Sin saber dónde voy a pasar la noche y sin tener reserva para dormir. Pero más que libre me siento desquitado. Paro el coche, y bajo la ventanilla al ver a un aldeano acercarse. Dice que hay una casa rural, me da indica cómo llegar. \n\n\n\n

    La observo antes de entrar. Es grande, hecha de ladrillo. Con contraventanas de madera. Creo que esto es decisivo. La casa de mi abuela tenía contraventanas de esas. Pero sin ese porche con columnas de madera. Las luces estaban apagadas. Casa Rural “El Capricho de los Montes”. Saco el teléfono. No deja de resultarme curioso que mi primera llamada sea a un número de información general. Y no para dar parte de mi huída. SI lo hiciera dejaría de ser huída. ¿Era huída o capricho?\n\n

    Por fin consigo el teléfono de los dueños. Una voz femenina amabilísima me dice que no hay problema. No tengo que esperar ni diez minutos, y ya estoy dejando mi bolsa llena de desatinos junto a la cama. Sin cepillo de dientes, pero con pasta. \n\n

    \n\n

    La habitación es de color verde. Verde manzana. Con una ventana al fondo. Vigas de madera en el techo. Sólo eché de menos ver también madera en el suelo. La cama grande. Miré a través de la ventana. Apenas vi nada, ya con la noche completamente encima. Así que abrí la ventana. Pero qué grande la cama. Saqué la cabeza. En esa noche despejada pude distinguir los montes. Llenos de aire. Tan quietos. Tan serenos. Y el cielo lleno de estrellas. Adornando las cimas. Enredándose en ese aire que antes tanto me faltaba. \n\n

    Pero aún no respiraba bien. Y ya me había quitado hasta la corbata. Volví a dirigir la mirada hacia el teléfono. \n\n\n“Me ha pasado algo horrible. Intentaba respirar pero me ahogaba. He encontrado aire. Pero no he sabido inspirar. Por favor, hazlo conmigo.”\n\nLe di las señas. Volví a asomarme. Y respiré profundo. Y me llené de verde y de esperanza. Y ya no miro más. Y el móvil, por la ventana.\n\n\n\n\n\n

sioc:created_at
  • 2007-12-13 21:41:44
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
sioc:has_reply
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/pat/2007/12/13/a-mi-amigo-invisible-casaruraldelcapricho (xsd:anyURI)
sioc:title
  • Casa rural
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all