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"No sé qué hacer con mi vida"-le comentaba a mi amiga Audrey mientras sorbía mi capuchino en uno de los barecitos de la concurrida Ashton Lane de Glasgow.\n\n "Pero, ¿eres feliz?"-preguntó ella en un tono escéptico.\n\n "Creo que sí..."-respondí yo dubitativamente.\n\n Pero, por supuesto, la definición de felicidad es muy amplia. En esos momentos, la felicidad para mi estaba ligada a un trabajo estable y aburrido, de oficina, un piso de alquiler compartido entre cinco, una relación que hacía tiempo ya que había dejado de funcionar...\n\n "Necesito hacer algo grande, no sé, viajar, ver el mundo".\n\n "¿Y se puede saber cómo lo vas a hacer? ¿Por dónde vas a empezar?"\n\n "No sé... ¡Por todas partes!"\n\n Tras una breve deliberación, Audrey y yo nos desplazamos hasta una de las pequeñas agencias de viajes del West End. Había tomado una decisión: iba a adquirir un billete de avión alrededor del mundo. Cabe decir que cuando realicé esta reserva, este tipo de billete (muy popular entre los pre y post universitarios británicos) no se encontraba a la venta en España, lo que me hizo sentir única en ese momento.\n\n Salí de la agencia de viajes emocionada y me dirigí a casa contemplando mi confirmación de vuelo. La fecha de salida: el 16 de abril de 2008. Durante los seis meses siguientes volaría desde Londres pasando por Bangkok, Singapur, Darwin, Melbourne, Los Ángeles y Méjico D.F. Debía prepararme para la aventura.\n\n Aquella noche me costó dormir. Mirando al techo de mi habitación, estiré mi brazo para intentar alcanzar algo intangible: la sombra de esa felicidad que empezaba a reflejarse en mi sonrisa.\n\n
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