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  • Tras nueve largas horas de vuelo desde Londres (yo, que había volado 3 horas como máximo con Ryanair, Díos mío, esto era un señor vuelo) por fin alcancé mi primer destino: Bangkok.\n\n El aeropuerto de Suvarnabhumi es un nuevo y gigantesco edificio que nada tiene que envidiar a cualquier infraestructura occidental. Pese al jet-lag y la confusión inicial producida por tan diferente grafía (el idioma tailandés no utiliza nuestro mismo alfabeto) logré introducirme en el país, legalmente, por supuesto.\n\n Nada más salir por la entrada del aeropuerto una bofetada de calor extremo me golpeó la cara. El sol radiante me cegaba mientras los ganchos de las compañías de taxi privadas intentaban arrastrarme a sus vehículos. He de confesar que no conseguí reunir el valor suficiente para tomar el autobús. Tal y como había leído en mi guía de viajes, me acerqué al mostrador de taxis oficiales y allí prepagué mi recorrido hasta la zona de Khao San, uno de los centros mochileros no sólo de Tailandia sino de todo el sudeste asiático.\n\n Me quedé alucinada con el taxi. Estaba adornado con mil y un budas de la suerte y el techo estaba cubierto de versos escritos con rotulador permanente. Pese a no haber visto nada igual en mi vida no me atreví a preguntarle al taxista qué significaban ya que me asustaba ofender a alguien en mi primera hora en un país extranjero. Más tarde aprendería que en la cultura sudasiática el ser curioso no se considera negativo ni maleducado sino que es parte de la naturaleza y el carácter de la mayoría de sus habitantes.\n\n Tras un curso súper acelerado de tailandés en el taxi, me registré en mi hotel situado muy cerca de la popular avenida de Khao San y tras una reconfortante ducha y un muy necesario cambio de ropa decidí salir a explorar, ya que a esto es a lo que había venido. Además, por razones prácticas, no había traído nada de ropa conmigo (básicamente lo puesto) esperando poder adquirir numerosos artículos en los mercadillos.\n\n Mientras caminaba, intenté asimilar los nuevos impulsos recibidos por mis sentidos: los olores, los colores, la música tecno a toda pastilla... Pero nada muy lejano, a primera vista, de cualquier mercadillo occidental. Incluso encontré una sucursal de la británica Boots, la popular farmacia / tienda de cosméticos / alimentación / muchas otras cosas bien a la vista en la avenida.\n\n Lamentablemente, comencé a sentir el peso del viaje sobre mis hombros (y mis párpados) y después de mi primera sopa de fideos (por cierto, he dicho ya que hacía un calor impresionante ¿verdad?) volví de nuevo a mi habitación. Sería la primera de una serie de noches muy largas...\n\n \n\n
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  • 2009-05-25 09:57:32
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