La mañana (del 17 de julio) amaneció relativamente bien.Mientras Alberto se quedaba embobado con las babosas, me dirigí al pequeñosupermercado del camping para intentar comprar hielos. Trabajo baldío: tampocolos hemos encontrado en otros dos supermercados y en las gasolineras. Me veo elrico jamón-york más tieso que una pata camino de las ordures. Qué perra vida. Y, lo que es peor, me veo comprandocarísimos bocatas a última hora en cada sitio en el que pernoctemos. Porque seme olvidaba decirlo: hemos cambiado algo el plan inicial: al principio,pensábamos quedarnos cada noche en un sitio y recorrer unos pocos kilómetrospor jornada. Ahora, para evitar el monte y desmonte, vamos a quedarnos dosnoches en cada sitio.\n
\n
Hemos continuado la mañana con un bañito en las piscinasarriba mentadas. Me da cosa decirlo, pero soy peor que los niños: compito acarrera limpia con Alberto por tirarme el primero por un tobogán (me ganasiempre, el muy sinvergüenza). Hemos hecho un recorrido por todos ellos, peroluego hemos decidido irnos a comer a La Rochelle. Qué maravilla. Desdehace mucho tiempo quería visitarla y, de hecho, alguna vez habíamos planeado unviajecillo para verla. El caso es que ha caído hoy, y no me arrepentiré nunca.Es un sitio en el que te encuentras a gusto nada más llegar. Solera y empaque,o no sé cómo llamarlo. Llegas al VieuxPort y te darían ganas de tirarte un par de días de paseo por las callesadyacentes o de llegar un poquito más allá en un paseo que sabes que siempre sete va a hacer corto. Hemos comido en la terraza de uno de los restaurantes delpuerto. Aquí hay que hacer de tripas corazón y soportar la globalización y losgustos de la infancia. Alberto no ha querido ni probar los mejillones a lamarinera y le ha dado por la socorrida lasaña. Él se lo pierde. Después de otropaseíto, vuelta hacia el camping y vuelta a hacer competiciones para tirarse enlos toboganes. Nos hemos tirado una hora y media sin salir del agua. O, mejor,dicho, saliendo del agua para intentar volver a entrar de la manera másgamberra. Alberto, en un alarde de inspiración o de madurez (quién sabe), haoptado luego por dedicar estos minutos (que ya son unos cuantos) para anotar,él sus inspiraciones narrativas y yo estas pequeñas notas de viaje. Luego mequedará ir ensartando (o insertando) su cuento entre estas líneas. Advierto,antes de que lleguen, que algunos nombres o situaciones son escatológicos.Afortunadamente, no hemos llegado a la edad de lo sicalíptico, pero todo seandará. Creo que es el momento de poner un puntito y final por hoy. Mañana nosespera territorio desconocido: la Bretaña. Besos y abrazos. Bonchance.\n
![[This page as RDF]](http://webenemasuno.linkeddata.es/static/rdf-icon.gif){kind=icon}