No sé si a vosotros os pasa pero yo tengo una relación intensa con las cosas... a veces “se me esconden”\n
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¿no os ha pasado nunca que buscáis una cosa en un cajón, lo vaciáis completamente, volvéis a guardar todos los objetos uno por uno sin encontrarla, y al abrir el mismo cajón al cabo de unos días la cosa está ahí, a primera vista???\n
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Cuando íbamos a trasladarnos de Barcelona, las llaves de mi casa se me escondían de forma repetida, así que me dio por pensar que era la forma que tenía la casa de decirme que no quería que me fuera.\n
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En fin, que todo esto sólo es un preámbulo para explicaros una cosa cursi-simpático-curiosa que me ha pasado esta semana en el barco.\n
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Ya sabéis que estamos en la tarea –a estas alturas algo monótona, pero que ya llega a su fin- de sanear la cubierta (Johan, arriba) y de pintar los techos (yo, abajo).\n
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El tema de la pintura no es complicado pero sí laborioso: cuatro capas de dos tipos de pintura especial para evitar óxido y humedades.\n
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Cuando abro la lata de pintura, la remuevo con un palito y dejo que éste se escurra sobre la tapa de la lata mientras yo pinto.\n
Se me van las horas mirando hacia arriba pensando que al final valdrá la pena, pero manchurreándome sin parar: no hay que olvidar que yo le pongo mucha voluntad a esto del bricolaje pero hace cuatro días andaba de funcionaria en una biblioteca).\n
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El lunes al ir a tapar la lata me encontré con que el goteo había hecho lo que veis en la foto. No pude aguantar la risa ni la tentación de coger la cámara.\n
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Hoy, al ir a meterme en la ducha con la intención de eliminar toda la pintura que me había traído conmigo me he encontrado con esta mancha en el brazo... y me he quedado como embobada\n
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