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A pesar de que soy -sin duda- la reina de la fiambrera (vamos, del tupper) y todos los días me levanto un poquito más temprano para preparar la comida, que no está la economía para ir de menú diario- ayer me dio un ataque de pereza y llegada la hora nos fuimos al bar del náutico a comer un bocadillo.\n\n\n\nEsta semana ya hemos empezado a ver alguna pareja de extranjeros navegantes que recalan en las aguas de nuestro puerto, no sabemos si a quedarse una temporadita o simplemente de paso, y un matrimonio de ingleses estaba comiendo en una mesa próxima a nosotros.\n\n\n\nCada uno sacó un libro y comían en silencio, enfrascados en sus lecturas, intercambiando -eso sí- sonrisas y algún comentario, pero nada más.\n\n \n\n \n\n
 \n\nYo me puse a pensar que deben pasar todo el día y la noche juntos en el pequeño espacio de un velero y que no es difícil imaginar que ya se lo tienen todo dicho... o que las cosas que explicarse no tienen por qué surgir a la hora de la comida; pero qué queréis que os diga... a mí que tengo claramente vocación de cotorra se me hacía muy raro!!!!\n\n\n\nEntiendo e intento interiorizar que en una pareja -sirve de amigos- no es necesario hablar todo el tiempo, que saber convivir con esos silencios es bonito. Que el silencio no siempre es incómodo.\n\n\n\nSé que hablar para no decir nada es tirar palabras y romper el sonido de los cabos golpeando los mástiles, el rumor de conversaciones ajenas, el hilo del pensamiento del otro.\n\n\n\nPero... serán mis raices mediterráneas... pero aun me cuesta ver normal a una pareja que comparte mesa y no habla... \n\n\n\npobre Johan, a veces me mira con carilla de "no ves que callados estábamos tan a gusto", y es que él es de tierras más frías.\n\n\n \n\n \n\n\n
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