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  • Un barquero de Phewa Tal\n\n\n

    Por la mañana temprano alquilamos una barca para cruzar el lago Phewa Tal (200 rupias sólo por la ida), que nos dejó en un pequeño embarcadero a los pies de un camino que se adentraba en la selva, de árboles enormes llenos de lianas y, seguramente, mucho bicho lleno de patas. Decía la guía que ese camino llevaba hasta la Pagoda de la Paz Mundial, uno de los lugares más turísticos de Pokara. En lugar de alquilar un vehículo que nos llevara hasta la mismísima Pagoda, decidimos hacer el recorrido andando por la selva.\n\n\n\n\n

    Las tranquilas (aunque un poco sucias) aguas del Phewa Tal\n\n\n

    Viajero 1 – turista 0.\n\n\n

    Reconozco que yo ya estaba un poco harto de andar y esas casi dos horas de caminata cuesta arriba me sobraron un poco. Así que refunfuñé y maldije como un viejo cascarrabias al que despiertan de la siesta unos niños jugando a la pelota. Llegamos a la famosa Pagoda y, la verdad, me quedé un poco como estaba (aunque mucho más sudado y cansado). Ni siquiera las vistas desde lo alto eran interesantes, casi no se veía el lago y las nubes tapaban todas las montañas. Nos hicimos la foto de rigor e iniciamos el camino de regreso.\n\n\n\n\n

    La Pagoda de la Paz mundial\n\n\n

    Viajero 1 – turista 1.\n\n\n

    En lugar de volver por la selva hasta el embarcadero, decidimos bajar por la otra vertiente de la montaña hasta la carretera y, allí, buscarnos la manera de regresar a Pokara. No anduvimos mucho cuando un autobús multicolor y de bocina estridente nos dio alcance. Hicimos señas y paró para recogernos. Digamos que en Nepal cualquier parte es buena para poner una parada de autobús: basta con que haya alguien que quiera subir.\n\n\n\n\n

    La cascada del Diablo\n\n\n

    Viajero 2 – turista 1.\n\n\n

    Nos cobraron 50 rupias por un trayecto de 10 minutos y, a juzgar por las risas de la gente, nos debieron de cobrar más de la cuenta. El caso es que nos dejaron justo enfrente del lugar donde queríamos ir: Las cascadas del Diablo. Otro de los lugares marcados por la guía como visitables. Pagamos religiosamente la entrada y vimos desde un mirador como una cascada de más bien reducidas dimensiones entraba en una cueva estrepitosamente. Comparada con cualquier otra cascada vista hasta ese momento durante el trekking, esta parecía de juguete. Estaba, claro, atestado de turistas.\n\n\n\n\n

    El pozo de los deseos\n\n\n

    Viajero 2 – turista 2.\n\n\n

    Un poblado de refugiados tibetanos no quedaba demasiado lejos de allí, así que decidimos investigar antes de comer. Nepal debe de ser el único país del mundo donde sus refugiados viven mejor que la población autóctona. El pueblo tibetano recibe multitud de ayudas internacionales, por lo que sus casas y calles tienen un aspecto bastante mejor que las casas y calles puramente nepalíes. La verdad es que salimos un poco decepcionados de allí.\n\n\n\n\n

    Un templo tibetano\n\n\n

    Viajero 3 – turista 2.\n\n\n

    De regreso nos perdimos por unas callejuelas y escuchamos lo que tenía toda la pinta de ser una oración multitudinaria. Se trataba de una procesión budista que terminaba en un templo, donde iniciarían un ritual. Cobraban por entrar y nos sonó a espectáculo para turistas y, como estábamos hambrientos, decidimos no entrar y buscar un sitio donde comer. El lugar elegido fue un vegetariano. Pero no imaginéis un vegetariano con sus mesas, sus manteles y demás. El vegetariano era un chiringuito junto a la carretera, muy cerca de donde nos habíamos bajado del autobús, donde un muchacho de poca edad regentaba el negocio familiar. Comimos muy bien, la verdad, rodeados por Hindúes y Nepalíes. La carta no era muy extensa. En realidad no había carta. Sólo había que apuntar con el dedo lo que querías comer. Decidimos probarlo todo y pedimos una cosa de cada, y un plato de fideos fritos para cada uno (Nuddels). Picaban como si se hubieran entrenado para ello toda la vida. Me gustaron especialmente una especie de rosquilla fritas.\n\n\n\n\n

    Nuestro vegetariano (y sin mujeres de por medio)\n\n\n

    Viajero 4 – turista 2.\n\n\n

    Al terminar queríamos ver el mercado viejo y el mercado nuevo, situados en el centro de Pokara. Viendo el mapa podría ser una caminata de dos horas fácilmente, así que negociamos un precio con una furgoneta para que nos llevara (25 rupias por persona). Era una especie de Taxi compartido, porque había como 15 personas en la furgoneta, y el “cobrador”, avisaba a la gente para que se fueran subiendo más. Tardamos algo menos de 20 minutos en llegar al mercado nuevo.\n\n\n

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    Venta de cereales, en el mercado nuevo, Pokara\n\n\n

    Viajero 5 – turista 2.\n\n\n

    El mercado nuevo es un mercado como cualquiera de los nuestros. En realidad es como si fuera un mercadillo, porque, además de las tiendas normales (para ellos), había cantidad de puestos ambulantes. Vendían comida, ropa occidental y otros objetos, como sartenes o pinzas para la ropa. Vimos juguetes de plástico, cacerolas, o medias de señora. Todo el mundo con esa costumbre tan Nepalí de llevar los fajos de dinero en la mano.\n\n\n\n\n

    Una tienda de menage del hogar, en el mercado viejo, Pokara\n\n\n

    El mercado viejo era otra cosa. Tenía como base claramente la arquitectura Newar, de paredes de ladrillo y tejados de pizarra, aunque los productos que vendían eran muy parecidos, si no iguales. El entorno, eso sí, era más pintoresco. Mientras paseábamos por las callejuelas vimos multitud de pequeños altares y estupas en chiquitito, con restos de ofrendas florales y alguna que otra vela encendida.\n\n\n

    En lugar de coger otro taxi para regresar al Lakedide, bajamos andando por las calles de la ciudad. La parte no turística de Pokara es completamente diferente al Lakaside: son todo casa bajas de dos plantas como mucho, con el consabido local comercial en el bajo. Hay mucha gente por la calle, pero casi todo el mundo está sentado, dejando la vida pasar. Nadie nos ofreció cuencos tibetanos o bálsamo de tigre. Lo único, algún taxista que otro nos ofrecía sus servicios (que sinceramente me habrían venido muy bien, porque no tenía ganas de seguir andando).\n\n\n

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    Viajero 6 – turista 2.\n\n\n

    Por la noche elegimos un restaurante al azar del Lakeside, uno que estaba cerca del hotel, con vistas al lago y en el que había bailes regionales. Bebimos cerveza y comimos comidas no tan típicas. Entre pecho y espalda me metí un costillar de cerdo con salsa que me supo a gloria bendita, del que sólo quedaron unos cuantos huesos pelados. Recuperé el apetito, y eso era una gran noticia, al menos para mí.\n\n\n

    Especias y colorantes\n\n\n\n

    Viajero 6 – turista 3.\n

    Al día siguiente nos levantamos tarde y desayunamos unos cruasanes rellenos de chocolate y unos cafés capuchinos (dos por cabeza) en una cafetería alemana, sentados en una terracita acogedora cerca del lago, en Lakeside, el barrio de los turistas. Charlamos, vimos fotos y leímos la prensa local, la que estaba en inglés. Un largo desayuno la mar de relajado.\n\n\n\n\n

    Cualquier momento es bueno para ver la caja del dia\n\n\n\n

    Viajero 6 – turista 4.\n

    Con el estómago lleno acudimos a la casa de masajes que habíamos visto el día anterior. Estaba al final de unas escaleras estrechas y lo regentaba un nepalí menudo y fibroso. Nos hicieron descalzar y tumbar en unas camillas y empezaron con un masaje muy completo. La lástima fue que a los chicos nos lo dio un tío y a Lentillas una muchacha de muy buen ver (que podía haber sido al revés, digo yo). Durante el masaje descubrí que tenía muy cargadas las piernas, la espalda y el resto del cuerpo. Eso sí, me quedé la mar de relajado (más o menos).\n\n\n\n\n

    Pedazo costillar de Cerdo\n\n\n

    Viajero 6 – turista 5.\n\n\n

    Después del masaje, fuimos otra vez a comer y, para terminar con un día completo de relax, después de compras. Había que empezar a mirar los regalos para la familia y algunas baratijas. Quien no quiso recorrer los miles de puestos de recuerdos, cuencos tibetanos y pañuelos de pasmina, se dedicó a conectarse a Internet o simplemete vegetó hasta la hora de la cena. Cena que fue en otro restaurante completamente diferente a los que habíamos visitados. Con un brindis terminamos nuestra jornada de relax en Pokara.\n\n\n

    Viajero 6 – turista 6.\n\n\n

    Al día siguiente cogeríamos un autobús y volvíamos a las andadas. Pero eso lo contaré en la próxima entrada.\n\n\n

    Para concluír, un par de fotos que me gustan especialmente.\n\n\n\n

    El Machhapuchhare en un espectacular atardecer\n\n

    El resto de las montañas en un espectacular atardecer\n\n

    Como siempre, las fotos se ven más grandes haciendo clic en ellas. El vídeo corresponde a parte del trayecto hasta el mercado nuevo. Lo he puesto por varios motivos: porque se ven las calles muy bien (hasta una vaca comiendo basura), porque se oye la música que lo invadía todo y porque se aprecia otro detalle muy Nepalí... el fajo de dinero en la mano. Por cierto, los actos que he indicado que eran de turistas o de viajeros están un poco cogidos por los pelos. Mi intención fue el empate. Vosotros podéis tener vuestra propia opinión (y expresarla).\n\n\n\n

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  • 2009-01-05 08:16:40
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  • Nepal (11) - ¿Viajero o turista?
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