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    Comienzo mi viaje en Bogotá, Colombia. Después de unos días de búsqueda en las páginas de vuelos baratos de Internet, adquiro un billete con Air Madrid solo de ida. Barcelona-Madrid-Bogotá. Decido no comprar el billete de vuelta porqué no sé ni cuando o desde dónde volveré... Es una buena forma de viajar, no tengo compromisos que me soliciten y por lo tanto voy a estar todo el tiempo que quiera, o mejor dicho, todo el tiempo que mi presupuesto lo permita. \n

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    Durante el viaje descubriré otra ventaja añadida por no haber comprado el billete de vuelta con dicha compañía. El cierre obligado por parte del Ministerio de Fomento días antes de las fiestas navideñas causa estragos en muchos viajeros españoles y europeos que encontraré en el camino.\n

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    Los días anteriores al viaje, algunos amigos, mi madre y mi tía Elena, la cual estuvo viviendo una temporada en la capital colombiana, me estuvieron advirtiendo de la mala elección de escoger Colombia como punto de arranque de mi periplo centroamericano. \n

    País de narcotraficantes y guerrilleros... Tendré suerte si no me secuestran, aunque ya me puedo ir dando por robado, me comenta mi tía...\n

    Pero a pesar de todo, yo tengo buenas sensaciones con este país, además de ser el destino de “ultramar” más económico. Contrastes, cultura, museos, paisajes, colombianas bellas... Colombia es un pedazo de país, y aunque todos sabemos de su mala reputación, para mi no es motivo suficiente dejar pasar la oportunidad de visitarlo.\n

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    Aterrizo en el aeropuerto de El Dorado, en Bogotá. Tras 11 horas de viaje y saliendo desde Madrid a las 3 de la tarde, todavía es de día... lo cual se explica por el trayecto del avión de este a oeste. De poniente a levante. Perseguimos el sol, literalmente y vamos contra la rotación terrestre, con lo que la sensación de jet lag es inmediata. Me noto cansado, aquí son las 6 de la tarde pero en mi casa ya sería hora de ir a dormir.\n

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    Saliendo del aeropuerto parezco un marciano llegado de otro planeta. Saco dinero de un cajero y me doy cuenta de lo poco que me he preparado este viaje... No tengo idea de cuanto cuesta el peso colombiano y retiro 200.000 pesos. \n

    No estoy seguro de haber retirado una cantidad razonable, o por si el contrario, es una suma desorbitada. Sería el colmo que hubiera vaciado mi cuenta bancaria de una tacada y que encima, me lo robaran al salir... Pero después de los miedos que me han ido metiendo tengo esa sensación de inseguridad.\n

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    Le pido a un taxista que me lleve al centro, a un hotel elegido a dedo de mi guía turística... Me comenta que no es una mala elección, pero que al ladito de la Plaza Bolívar hay un hotel mucho mejor... El Hotel Virrey. Como tiene cara de buena persona y el hotel que me recomienda también aparece en la guía, le hago caso. Cuando llego celebro haber confiado en su criterio. Inmejorable recomendación. Barato, limpio, servicial y céntrico. ¿Qué más se podría pedir?\n

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    El primer día de mi viaje transcurre de un modo algo torpe. No estoy demasiado desenvuelto y no sé muy bien por dónde empezar. \n

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    Me siento en un banco del centro de la capital a liarme uno de mis cigarrillos. Es tabaco “golden Virgina” pero parece que estoy liando un porro... En España la mayoría de la gente tiene asumido que es tabaco de liar, y no prestan la más mínima atención. Pero esto es Colombia y aparece a los 2 minutos un agente de las fuerzas del orden... \n

    -Disculpe caballero, ¿podría usted enseñarme la Cédula?\n

    Me quedo con cara de asombro, y no estoy seguro de haber entendido la pregunta...\n

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    -¿Mi celular? No tengo celular... Estoy de viaje. \n

    -¿Pasaporte? ¿Documentación? -Añade seriamente...\n

    -Ah, OK! Tenga, una fotocopia de mi pasaporte... El original está en el hotel Virrey.\n

    Aunque si lo dice por esto, -mostrándole el cigarrillo. -Es tabaco de liar, perfectamente legal, y aunque parezca marihuana, es tabaco bueno y aromático... ¡Tenga! eche un vistazo...\n

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    El policía se acerca la bolsa de tabaco a la nariz, y muestra una sonrisa complaciente al oler su olor... Le pregunto si quiere fumarse uno conmigo, que está muy rico, y sonríe abiertamente pero rechaza la oferta... está de servicio. Y además, no fuma. Antes de marchar me pregunta de dónde soy y me recomienda más discreción con el tema del tabaco. Aquí no saben que es esto del tabaco de liar y se presta a la confusión con demasiada facilidad.\n

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    ¡Bien! Pues si que empiezo bien el viaje...\n

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    La mañana transcurre tranquilamente por el centro de esta bonita ciudad visitando el barrio colonial de “La Candelaria”. \n

    Barrio cultural, bohemio, estudiantil y artístico. Las empinadas calles pavimentadas con piedras gastadas por los años y por la historia está lleno de bares musicales, tiendecitas de artesanos y pequeñas copisterías. Hay plazoletas llenas de encanto, viejas e imperfectas, que contrastan con el diseño refinado de algunos museos, galerías de arte y restaurantes.\n

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    Me llama la atención un minúsculo bar por las pinturas “mironianas” de la fachada y me cuelo allá dentro.\n

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    Allí me atiende una solitaria chica, simpática y guapa, que escucha música de la banda sonora de la película de Amelie. Se llama Ximena...\n\n

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  • 2007-07-20 16:29:52
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