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  • \n\n

      Hace ya mucho tiempo que el preso contempla amanecer por la ventana. Busca alguna razón para existir. Escribe cada día y sueña con un cambio que ha de venir de fuera. Mientras,  algo sucede en su interior. La vida: la vida se le ha detenido dentro, en esa habitación. Montones de cuartillas, quebradas por el paso de los años, se van acumulando sobre el suelo, debajo del jergón, por la paredes...\n\n\n\n

      El preso escribe. Escribe sobre el suelo, tumbado boca abajo. Le pesa el tiempo. Le abruma el sin sentido de su desesperada situación. El preso quisiera que todo fuera diferente: poder dormir en paz, poder dormir con su alma abrazada a una respuesta. Sólo dormir, pero el preso no duerme; el preso escribe.\n\n\n\n

       Escribe cada día desde su soledad. Pasan los meses, los años y la vida, pero nada sucede. El preso espera; a veces se pregunta cuánto tiempo lleva encerrado ahí. \n\n

        Antes de amanecer, un día, un pájaro pequeño se acerca a su ventana. El preso calla y mira. El pájaro, de pronto, canta. El preso le observa fascinado, después, cuando el sol ya se ha levantado, el pájaro se va.\n\n\n\n

        El preso escribe una hoja sobre el pájaro. Al día siguiente otra, y luego otra y otra. Cientos, miles de hojas, sobre su pájaro.\n\n\n\n

        En su imaginación, el pájaro pequeño es infinito: el pájaro con una mancha roja bajo el pico, el pájaro con ojos verdes de mujer, el pájaro con alas de noche de verano, el pájaro con labios de mujer, el pájaro con ojos de niño perdido en el mercado, el pájaro con rostros infinitos, el pájaro que vuela sobre mar, el pájaro que canta a los amantes...\n\n\n\n

         El ave regresa cada amanecer. El preso ya no duerme, espera cada noche su llegada, y luego escribe, escribe. Así pasan los días, los meses y los años. El pájaro, el pájaro...\n\n\n\n

         Una tarde se oye rumor de pasos al otro lado de la puerta. Voces desconocidas, una llave que gira dentro de la oxidada cerradura. Alguien suelta un gruñido, la vieja puerta no cede a sus esfuerzos. El preso está sentado en el suelo de la desnuda celda, sobre un montón de hojas amarillentas. El preso espera. Sonríe y mira a la ventana. Tras de las rejas el pájaro se marcha.\n\n\n\n

         Al fin se abre la puerta. El carcelero dice:\n\n\n\n

      -¡Vamos, levanta! Coge tus cosas. Hoy sales libre. Hoy has acabado tu condena.\n\n\n\n\n\n

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  • 2007-12-28 21:57:53
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  • No hay muros
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Metadata

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