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  • Ayer me desperté temprano: debían ser alrededor de las ocho de la mañana. Me preparé un café, me lo bebí, metí las cuatro cosas que necesito (documentación, móvil, llaves, desmontables y cámara de repuesto) en la pequeña mochila que llevo siempre y salí dispuesto a dar un agradable paseo por el campo.\n Mi bicicleta y yo rodábamos en silencio; hacía fresco, las calles estaban desiertas. Bajé una larga cuesta y atravesé un polígono industrial. Luego me dirigí por una ruta nueva hacia el campo.\n Todo iba bien: rodaba por una tranquila carretera, el mundo estaba en calma y era un lugar amable, había un silencio total. Yo me sentía feliz de poder disfrutar de la naturaleza, de todo ese silencio y esa paz, y así continué, hasta que, de repente oí una explosión, y luego otra, y sin comerlo ni beberlo, me encontré metido en medio de lo que parecía una zona de guerra.\n A ambos lados de la carretera, montones de cazadores disparaban frenéticamente sus armas en todas direcciones. El campo se había convertido en otra cosa: ahora era un campo de batalla.\n Me crucé con unos ciclistas que me gritaron: "¡ten cuidado, no te vayan a pegar un tiro esos tarados!".\n Pasé de prisa, encogiéndome de hombros, sobresaltado, ante cada disparo. Las hojas de los árboles se sacudían con los impactos de los perdigones y una bandada de pájaros volaba, desesperada, de un lado para otro. Yo recordaba una vez, hace años, que cayó una lluvia de perdigones sobre mí cuando circulaba con mi bicicleta por una carretera comarcal. Esa vez el cazador que había disparado estaba lejos, pero hoy era peor, estos estaban disparando demasiado cerca como para estar tranquilo.\n A los lados de la carretera habían aparcado sus vehículos todoterreno y junto a los coches había algunos cazadores más, tal vez esperando su turno porque ya no cabía más gente en esos campos. Era una escena muy triste.\n Pensé en los conejos, en las perdices, las aves rapaces, las cigüeñas... Todos esos animales que tanto me alegraba ver cada tarde cuando pasaba por allí. Su hábitat estaba siendo masacrado por una horda de bárbaros. ¿Y todo para qué?\n El ser humano es siempre así: yo entiendo que el instinto de caza es algo que forma parte de lo más íntimo de nuestro ser, pero también entiendo que el hombre, si es inteligente, debe evolucionar y darse cuenta de cuándo ha llegado el momento de parar.\n También creo que ese criterio hay que aplicarlo a cualquier tipo de tradición, por muy antigua y arraigada que esté. Yo, por definición, estoy en contra de cualquier actividad que suponga crear un sufrimiento innecesario a cualquier ser vivo -animal o planta-, y todos los argumentos que se esgrimen para defender lo contrario me parecen absurdos, porque no hay argumento que esté por encima del derecho a la vida.\n La única realidad que se esconde detrás de la defensa de este tipo de actividades es que a la gente les gusta, se divierten, y anteponen su barbarie a todo lo demás. No hay más. Luego están los que se benefician económicamente, de un modo directo o indirecto de este tipo de cosas, y a esos, claro, que nadie les toque su dinero.\n Sinceramente, yo creo que ya es tiempo de dejarlo y dedicarse a otra cosa.\n.\n.\n.\nEl texto que viene a continuación es un pequeño cuento que escribí hace unos años, un día que me encontré un pájaro moribundo abatido por un cazador. Se titula: Día de caza.\n.\n.\n.\n\n Suena un disparo. un pájaro cae: llueven plumas blancas sobre la tierra seca. Se oyen aplausos a lo lejos.\n-¡Muy bien, señor marqués! -dice una dama con sombrero, y dos señores, a su lado, sonríen a coro, complacientes.\n El sol se oculta lentamente y se empieza a levantar un viento fresco. La dama rubia, con mechas y un gran abrigo verde, le pone una mano, caliente, sobre el pecho y le comenta:\n-Anda, marqués: regresemos a la casa.\n El marqués huele su perfume; le brilla un instante la mirada y con un gesto suyo, todos se ponen en camino. Y el pájaro... El pájaro se queda allí olvidado, como una mancha de nieve sobre el suelo. Aún mueve ligeramente la punta de una de sus alas, sus alas blancas, sus alas... tan ligeras.\n
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  • 2007-09-17 17:07:01
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