Era a primera hora de la tarde. Tú mirabas distraída hacia ninguna parte. Parecías un poco triste sentada allí, sola entre aquellos libros.\n\n
Yo pasé junto a ti y me quedé observando. Te escribí cuatro líneas en mi cuaderno. Me acerqué y te dije: ¿sabes? Te he escrito una poesía.\n\n
Léemela –respondiste. Y yo leí:\n\n
.\n\n
Esta tarde he pasado a tu lado\n\n
y me he llevado \n\n
tu sonrisa conmigo\n\n
para siempre.\n\n
.\n\n
¡Qué bonita! –dijiste-. ¡Muchas gracias!\n\n
Y volví a contemplar tu sonrisa.\n\n
Ayer te volví a ver y recordé ese día. Ya ves, aunque has cumplido ya ochenta y dos años sigues siendo aún la más bonita.\n\n