LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_VERANO-EN-SEOUL_2007_8_15_SEUL-DESDE-DENTRO

Regreso a Seúl en tren después de visitar otras ciudades del país y me doy cuenta de que al llegar a la inmensa, multitudinaria y sin embargo apacible estación de Seúl, siento como si llegara a casa. Con mis pastelitos de arroz en la mano entro en el metro y ya no miro el mapa, ya sé a dónde voy y cuánto tardaré en llegar. Ya sé que a la salida del metro, en Suyu, estará la mujer de siempre agachada en el suelo pelando raíces y ya sé que le compraré a ella unos tomates para la cena. \n\n\n\n\n\n\n\n\n

Ahora he aprendido que Seúl no es sólo una ciudad grande, una ciudad cualquiera. Me he hecho sensible a ella, a sus músculos que se tensan en las horas punta, a sus noches de insomnio y mercados, a su respiración húmeda, cálida y densa, a sus flujos de agua y bicicletas en la orilla del río Han…\n\n\n\n\n\n\n\n\n

Entre las murallas, en el corazón de esta ciudad tupida, he encontrado sus llagas y su verdadera carne al descubierto. Palacios antiguos, templos de madera pintada rodeados de jardines tan hermosos, tan serenos, que llegas a creer que en ellos puedes tocar el pasado, pero desde los que se escucha un bramido indescriptible que viene del ahora y que no te permite olvidar, ni por un momento, que esta ciudad, si es que alguna vez lo fue, ya no será nunca más una ciudad tranquila.\n\n\n\n\n\n\n\n\n