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  • Yellowstone (1)\n\n

    Viajar a Yellowstone fue un gran sueño. No se iba a llevar la ruta convencional que, maravillosa es, y se puede transitar por carretera para admirar un parque natural hermoso que escupe agua y hierve el barro en sus rincones asequibles para todo el mundo. Y se pueden ver las manadas de bisontes desde la carretera o lobos en la distancia. Aquel parque iba a ser la introducción para adentrarse en la última frontera, Alaska. Se pidieron los permisos pertinentes de acampada, y mochila en mano y ropa de ir por casa, de abrigo se llevó. No quería adquirir prendas de tienda de montaña, pues como se había ido a la montaña toda mi vida era con lo viejo y lana. Pero, claro, Yellostone era Yellowstone y dormir sobre su verde el alma arropaba, pero el frío te entraba por todas partes aunque varias capas de abrigo se llevasen. \n\n

    Aquel primer día, después de haber recorrido parte del hermosísimo parque, por la carretera principal que lo circundaba, al día siguiente, se dejó el coche en un punto permitido y nos adentramos por el sendero con nuestras mochilas para buscar después de varios kilómetros nuestra zona de acampada. Zona que sólo otorgaban bajo petición y donde en varios kilómetros a la redonda no permitían acampar a nadie. Después de atravesar un bosque y varias llanuras, nuestra zona de acampada llegó. Era una hermosa llanura metida entre bosques tupidos al lado de un río. Dio tiempo a plantar la tienda mientras atardecía y saludar a una ranger que supervisaba el parque montada a caballo. Vio que se había cumplido con todas las normas aceptadas al entrar en el parque con acampada libre. La tienda, a tantos metros del río, y el lugar de la comida, a tantos metros de la tienda. \n\n

    Todavía dio tiempo a dar una pequeña vuelta por los alrededores completamente aislados. A la llegada a la zona donde una tienda esperaba solitaria, un alce bebía en el río, y mientras la cena se preparaba en un hornillo, comida sin olor, pero que sabía deliciosamente al anochecer. La observación del alce en medio del río, único compañero en aquella llanura apartada de todo, bebiendo tranquilamente, fue un gran deleite. \n\nDespués de cenar bajo el último rayo de luz de la tarde y dejar todo arreglado y preparado, según instrucciones del parque para prevenir acercamientos de osos, por nosotros y por ellos, por ellos y por nosotros, meterse en la tienda y dormir aquella primera noche en la soledad de la inmensidad del parque fue toda una experiencia. Las temperaturas bajaron extremadamente por la noche y toda la ropa llevada para aquel viaje de quince días se fue poniendo encima una de otra a lo largo de la noche. Noche en la que no se pegó ojo, por la emoción de estar en medio de tan exuberante naturaleza, por la emoción de los corazones y la conversación entre murmullos, y de los sueños de una, pensando que un osito, olía a comida dentro de la tienda y le daba por curiosear, y se liaba como en los vídeos de ataques de osos vistos a la entrada del parque, y eso que habían tenido todo el cuidado del mundo con no llevar nada oloroso, ni una gota de colonia ni perfume, y toda la ropita con la que habían cocinado y cenado, pendía de un hilo, casi a un kilómetro de la tienda. Aquella noche no se durmió. Se temblaba de frío y de emoción. A la mañana siguiente, despertando en aquel hermoso paisaje y entorno y siguiendo la ruta, los corazones llenó, pero el cuerpo todavía temblaba, por una casi cercana hipotermia, por negarse a seguir sus tradiciones montañeras (con los pantalones viejos y estas chaquetas, suficiente) pero sobre todo, emoción, de aquella primera noche, tan soñada durante tantas noches de un año entero. Yellowstone fue preparación, para la última frontera. Para quitarse miedos, aprender a ir bien equipados, tener práctica en precauciones y leer señales de la naturaleza, y disfrutar enormemente del entorno respetando cada grano de la tierra que se pisaba y sus habitantes. Nosotros simplemente estábamos de paso y nuestra huella no debía quedar allí. Todo, dentro de la mochila y los corazones. Sales con lo que entras, sin dejar tu huella. El entorno y lo vivido, deja tu huella en ti, que importante es. Tú, no dejes tu huella, que para ellos importante no es, sino perjudicial para ellos y para nosotros. \nEste parque amenazado por la explotación minera, cazadores furtivos y turística, se ha ido remodelando. Existe una parte hermosísima y con alcance para todo el mundo, cuidada y manteniendo el respeto, y muy enriquecedora natural y humanamente. Existe una parte más aislada para los que allí deseen adentrarse y caminar. La repoblación con osos y lobos, especie que casi aniquilan años atrás, se ha estabilizado y se va estabilizando. \n\nInformación sobre el parque \n\nYellowstone National Park\n\nFoto extraída de la siguiente página web\n\n\n\n\n\n\n\nFoto extraída de la siguiente página web\n\n\n\n\n\nFoto extraída de la siguiente página web\n\n

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  • 2010-03-14 18:57:06
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  • Un corazón dorado, un volcán de emociones
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