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  • Los primeros viajes fascinantes que realicé durante mi infancia antes que descubrir el barrio y la ciudad donde vivía, fueron a las casas. Casas de mis abuelos, casas de verano, casas de pueblo de mis tíos, casas de amigos de la familia, de mis amigos. Casas y más casas. \n\n

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    Las casas de mis abuelos olían a fresco y lejía durante las mañanas, a melancolía y silencio en las horas doradas y odiosas de la siesta, y a sopa, pan y vino por la noche. \n\n

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    La casa de mis abuelos maternos la ocupábamos por las tardes, cuando nos venían a recoger a la guardería o al colegio en invierno. Nos sentábamos alrededor de una mesa camilla con estufa que calentaba los pies y nos conectaban la tele o daban tebeos mientras mi abuela calentaba pan tostado con mallorquina, o aceite y sal. ¡Una delicia que sepa tan rico el pan recién tostado! ¡Nunca me ha salido a mí así de sabroso! También era la casa donde se celebraba la Navidad y se preparaban turrones caseros, guisos que duraban horas y donde una perrita histérica y amada por mi abuelo, nos marcó a toda la familia. \n\n

    La casa de mis abuelos paternos era un piso en un pequeño pueblo sin gran atractivo rural. Una casa larga, fría, solemne con muebles de madera robusta, camas elevadas como montañas con pesadas mantas y colchas blancas, cortinas de terciopelo verde, paragüeros, percheros, y un espejo convexo en forma de sol a la entrada, que hacía mis delicias en las horas de juegos deformando tu propia imagen cada vez que pasabas por delante. ¡Alucinante! ¡¡Como en la feria!! Era una casa llena de habitaciones a los lados de unos interminables pasillos. Algunas cerradas para guardar objetos y ropa de otros tiempos que eran las más temidas, por lo apartadas que estaban, pero muy frecuentadas por mí. Habitaciones que me parecían mundos separados del saloncito donde ellos pasaban todo el día. Allí permanecí unos meses de mi infancia un invierno y semanas esporádicas durante la primavera y el verano. Siempre me dijeron que fue por el reuma. Me matricularon un par de meses en una guardería y hacía la vida normal de cualquier niño del lugar. Me levantaban en las frías mañanas; me vestían de ganchillo; me peinaban con agua fría el pelo; desayunaba sopa caliente de leche y pan con mucho azúcar: me llevaban al mercado; me llevaban a la feria y subía y subía en el trenecito de la bruja sin cansarme, como si fuera la atracción más sofisticada de todas las ferias que hubiera visto. Un túnel con uno tipo disfrazado que te daba escobazos en la cabeza las veinte veces que pasabas haciendo el mismo recorrido; me llevaba, mi abuela, algunas veces a misa, donde jugaba, observaba y me callaba; me llevaba a tertulias de señoras que hablaban bajito; me llevaban a jugar con niños que no me conocían de nada y a los que temía porque yo tampoco los conocía de nada. Pasaba mis largas horas de juegos en una galería de persianas verdes a través de las que entraba el sol, el calor y las campanadas de la iglesia. Era una casa de vivistas de mujeres de negro y oscuro, y hombres que fumaban durante largas veladas jugando a las cartas o a los dados sobre un tapete verde. Era una casa donde nos vestían de ganchillo y todo el día olía a lejía y a ropa recién lavada. \n\n

    Aquello aunque supuso por un breve tiempo una separación de mis padres, que yo no deseaba pues me ahogaba en un llanto eterno cada vez que me venían a ver y se volvían a marchar, me hizo viajar en el tiempo hacia el pasado. También, en aquel momento, realicé mi primer viaje sola en tren. Mis padres me dejaron en la estación junto con otra vecina del pueblo y mis abuelos me esperarían en la otra punta de mi ruta. En aquel momento me pareció un trayecto lentísimo, sentada en butacas de piel y cortinitas rojas. Creo que me emocionó bastante, con el pitido, los pasos a nivel, las estaciones. No sé que tienen los trenes, pero son una delicia. Al principio miraba a la señora con desconfianza, callada. Pero luego, no recuerdo qué es lo que le contaría. Me parece que le di alguna extensa charla porque alguna anécdota o comentario se quedó en mi memoria. \n\n

    Recuerdo a mis abuelos esperándome una tarde de verano en el andén de la estación, los recuerdo sonrientes, pero serenos, solemnes, aunque no sé si forma parte de mi imaginación, y caminar con ellos hasta la casa bajo la luz dorada que se tornaba en rojiza y azul. Íbamos por un camino de tierra, mientras la señora o yo les contábamos la gran hazaña. \n\n

    Más tarde, se convirtió en una casa de visitas de domingo, siempre olía a pompas de chocolate que tomábamos como merienda-cena junto con pan. Aquella casa, sobre todo, fue una casa, en la que a lo largo de tantas y tantas tardes de sopas de chocolate, me contaron la vida y milagros de parte de mi familia y de los vecinos del pueblo. \n\n

    Recuerdo tantas y tantas cosas, tantos y tantos cuentos sacados de la vida misma, que... yo también me hice mi propio cuento de aquella casa y de todos ellos. \n\nCuentos, cuentos, cuentos, y tantas sensaciones e imágenes guardadas en recuerdos, que siempre estarán en mi memoria. \n\n\nEsta canción les molaba a las dos mujeres con las que me crié en mi casa paterna. Mi abuela y la mujer, de la familia, que trabajaba con ella, y que era de la familia. Se quedó soltera, porque su amado la abandonó, y al lado de mi abuela siempre estuvo.

    \n\n\n\n\n\n\n\n \nUna nació a finales delsiglo XIX y la otra a principios del siglo XX, pero con esta canción se ponían de acuerdo;;))Este era su sex symbol;;))))

    Una era tradicional pero abierta de corazón y mente, la del XIX!!!!! y la otra, de principios del XX, reivindicativa en asuntos sociales. Y allí las dos se ponían a argumentar su elección por las papeletas. Cada vez que llegaban las elecciones, ya pasada la odiosa dictadura, eran, la monda!!!!! y se partían de risa cuando el autobús fletado por cada político, las iba a buscar, como a todos los del pueblo, para invitarlas a merendar antes de las elecciones. Y la palabra "sinvergüenzas" estaba a la orden del día.

    El hombre, nacido a finales del XIX y que en aquella casa vivió hasta los años ochentan del 1900, le gustaba escuchar esto\n\n\n \ny supongo que en el 2000 esto también le hubiese gustado.

    \n\n\n \nNinguno de ellos está, ni la casa donde momentos de mi infancia pasé, podré volver a visitar. Pero todos ellos, en mi corazón están.

    Cuentan que él, cuando abrió la biblia y leyó lo de la matanza de los Santos Inocentes dijo:

    "Dios no existe. Lo tengo clarísimo"

    Nunca pisó misa, nunca se casó con nadie, más que con la vida. Hizo su vida y amó con pasión a su catedral, pese a las ermitas, que amaba la vida más que los niños al chocolate. Murió defraudado por algunas cosas de la vida, no de su vida, pues siempre hizo lo que quiso y sentía que tenía que hacer lo que hacía y amaba. Fue amado y querido. Soñaba y amaba. Pero un día se durmió porque ya no soñaba.

    Su mujer murió de años. Centenaria casi se hizo. Había nacido a finales del XIX y murió a finales del XX. Amada por su amado, y recordando a su amado, tranquila, cansada y sosegada, se durmió.

    La mujer de principios del XX murió en los noventa por fallo de la medicación que le habían recetado y se estaba tomando, y el corazón que siempre le había latido con pasión, cansado, dejó de latir y se durmió. \n\n\nEn las casas de mi abuela materna, esta es una de sus películas favoritas. Murió joven para su edad de una enfermedad que la hizo padecer mucho. Como en su vida padeció. Huérfana y sacando siempre las castañas del fuego. \n\n

    \n\n\n\n\n\n \nY esta, le gusta a mi abuelo centenario, que se está apagando, y que, pese a todo, siempre coincidimos con esta película y otras muchas, y siempre recordaré algunos detalles que en mi vida, se quedaron grabados, siendo como es, por ser como es y como ha sido. Un hombre de su época, pero que en la vejez, si no le comen la oreja en la radio(extremistas de ahora alabando años de injusticias y calamidades y sin sentidos de extrema derecha) o los viejos amigos de extrema derecha que no han evolucionado, sabe razonar, pues siempre, lo que le salvó, fue el cine y los hijos que tuvo, y los nietos, y los amigos algunos de los hijos. Y aunque no comprendiera, o viviera su vida, la oreja, siempre la ha puesto. Y ahora a sus casi cien años, comprende que los extremos, nunca son buenos, mientras ciertas emisoras extremistas de derechas no le coman el coco. Lo que me gusta, nunca se lo he dicho pero le sonrío. Quizá tenga que decirle lo que me gusta de él. Aunque creo que lo sabe, pues siempre, sin entendernos, cariño me ha guardado, que sin palabras, se expresan con caricias o miradas o palabras.

    - ¿Cómo fue tu infancia? ¿Cómo eran tus padres?

    Y ahí se sabe todo. Por su dureza de infancia, condicionantes sociales y analfabetismo recibido, que no decidido, pues curiosidad siempre tuvo y eso algo le salvó para no repetir en sus generaciones futuras, quizá, de la mano de su mujer, que fue la que llevó la educación de sus hijos. Sus hijos se educaron y sus padres no compartían la educación que parte de sus hijos habían adquirido, pero respetaron. No estaban de acuerdo con sus ideas, pero se callaron y aprendieron de las ideas de libertad nuevas. Nunca en sus vidas se metieron, aunque quisieran. Lo mejor que les pudieron dar fue Educación. Y ellos, los padres, les dejaron volar, aunque meter la cuchara quisieran, pero no podían y comprendieron. Y así, todos vivieron respetándose, agradeciéndose e intentando hacerse comprender la vida, con todas sus taras, intentando que las taras fueran las menos y hacer las menos taras.

    Esto es de lo mejor que mirando películas los dos hemos compartido.\n\n\n \nEste es su sueño

    \n\n\n \nDe todos ellos, tan variopintos, aprendí sus ganas de reír. Siempre me acordaré de sus risas y sonrisas. \n\n\n \n\n\nAyudémonos todos generación tras generación a comprender el mundo, la vida, sin imponer, sin machacar. Y hacer caminar, volar y sonreír. Y crear algo nuevo por todos los que fueron, son y serán. \n\n\n\n\nY el abuelo de finales del XIX nos sigue cantando esto\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2010-03-29 23:05:20
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