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  • Mi barrio en el que pasé parte de mi infancia y adolescencia no era un barrio céntrico, aunque después de expandirse la ciudad haya quedado casi incluido dentro de la zona. Era un barrio de fincas altas, aceras y patios amplios de cemento para jugar. Apenas tres árboles, aunque no lejos de allí había una zona bien hermosa ajardinada en la que solía salir a correr casi todas las tardes a partir de los doce años. Quizá por imitación a mi madre. Reclutaba siempre a alguna amiga (realmente sólo recluté a dos en diferentes épocas) y corríamos seis kilómetros sin parar de hablar. Todavía no lo entiendo. El sprint final que nos dábamos era genial, entre risas para ver quién era la ganadora de aquella tarde. También, y ya en grupo, íbamos los fines de semana a patinar. Regalo de unos magníficos Reyes Magos. \n\n

    El colegio quedaba a cinco minutos caminando. Siendo bien pequeña, mi mundo giraba en torno al cole y el camino a casa, y dos calles que recorría sola para ir a la panadería, que situada al lado, se incluía en un barrio más antiguo, como pequeño pueblo de casas pequeñas (hoy en día de edificios altos también). Lo poco que conocía de la ciudad siempre iba llevada por la mano de mis padres. De aquellas breves excursiones, sólo recuerdo un bar del centro histórico, todavía abierto y manteniendo sus viejas costumbres, siempre lleno de gente, al que íbamos con sus amigos a hacer una picadita algún fin de semana de invierno. Siempre había mucho ruido, calor, humo y animación. El resto de fines de semana salíamos en coche fuera de la ciudad. \n\n

    También recuerdo una zona industrial, a las afueras, cuando mi madre nos llevó a una fábrica de ropa. Era un barrio casi despoblado, me parecía algo triste y no sé por qué. Lo recuerdo con falta de color y ambiente. Allí comprábamos nuestras prendas porque hubo un año en el que las cosas no iban bien económicamente y mi madre repetía constantemente, “hay que apretarse el cinturón”. \n\n

    Nos lo apretamos, y apenas se notó, porque siempre nos encontraba prendas bonitas con las que vestir. Recuerdo un pantalón especial con bordados en las costuras. \n\n

    Pero bueno, ahora me voy a centrar en mi barrio. \n\n

    Allí, en el patio de cemento y piedra, jugábamos a pillar, a hacer equilibrismos sobre una barandilla, a la goma, a la cuerda y a hablar y comer pipas. \n\n

    Empecé a disfrutar del barrio a los once años, cuando las amistades empezaron a asentarse y madurar, y se nos unió una niña bien atrevida. Ese año, nos inventamos todo un mundo que explorar en el barrio. Palacios en ruinas en los que adentrarse en la penumbra, saltar tapias de invernaderos abandonados, escalar fachadas de ladrillo como montañas (vamos, unos pocos metros), y merendar en las nuevas tierras altas descubiertas. Claro, cuando se contaba en casa, los padres se preocupaban de los accidentes y te prohibían volver a entrar o escalar, pero lo bien que lo pasábamos las tardes de invierno todos juntos, compartiendo la merienda y aventurándonos en terrenos desconocidos. Más de algún mayor nos increpó. \n\n

    En aquel tiempo, nos hicimos amigos de El Portugués. Un viejo hombre que vivía en la calle rodeado de perros y con el que nos sentamos muchas veces a escuchar sus historias de caballero andante, de muertes y resurrecciones, y en los momentos en los que el alcoholismo se fue agudizando, escuchar sus monólogos y discusiones contra sus propios fantasmas o sus perros. En el barrio le daban mantas, transistores viejos y ropa de abrigo. Doy por hecho que también comida, pues se convirtió durante años en nuestro vecino junto a sus perros. Un buen día desapareció. Y desapareció después de mucho tiempo, cuando se empezaron a percatar de su ausencia o de su no presencia. No recuerdo ahora si lo llevaron a un asilo. Más tarde, conocería a muchos de ellos por diferentes partes de la ciudad. Cada uno, con un carácter e historias propias. \n\n

    Recuerdo cuando se abrió el primer supermercado y lo simpáticos que eran dueños y empleados con todos nosotros. En los pequeños comercios nos intentaban sisear, y en especial, los dueños de una papelería eran especialmente antipáticos con los niños. ¡Con lo simpáticos que son ahora muchos dueños de pequeños comercios!! \n\n

    Y también cuando la heroína llegó al barrio y unos pocos antiguos compañeros de colegio, vecinos, siendo muy jóvenes, cayeron en sus manos. \n\n

    También recuerdo que los portales escondidos de mi barrio se convirtieron en casas cálidas donde arroparse enamorados y exaltados quinceañeros, y darse sus primeros besos y muestras de amor escondidos en la oscuridad. \n\n

    Poco después, nos movíamos entre barrios con el afán de salir y divertirse de maneras muy diversas.\n\n

    Pero lo que recuerdo en especial durante aquel tiempo, fue después de una lección de historia en una clase de EGB, en la que nos explicaron las barbaridades del fascismo y todo lo acontecido bajo el dominio nazi. Nos impactó tanto que hicimos muchas preguntas que surgían de corazoncitos exaltados y que no comprendían. Después indagamos y supimos de la industria que tenían montada con cuerpos humanos de niños, hombres y mujeres y ancianos; después de haber leído testimonios escritos y haber recreado visualmente aquella horrible historia hecha por individuos entre los que vivíamos,... Algo cambió en mi manera de ver el mundo. La infancia no la recuerdo especialmente colorida, más bien de muchas tonalidades diversas y mezcladas, colores por definir: colores cálidos o fríos, chillones o pastel, oscuros o claros. Colores aburridos o tristes, pero otros alegres, frescos y mágicos. Pero, en aquel momento apareció un color bien apelmazado y definido. El color negro. Como una mancha dentro de ese universo que se iba configurando mientras íbamos entendiendo el mundo en el que estábamos inmersos. \n\n

    Cuando iba al centro con mi madre y mi hermana, siempre había un puestecito de unos chicos vendiendo banderitas, escudos, libros y música militar. Hubo un año, creo que fue a los doce, que pasaba por allí, y el estómago se me removió, recordando todo lo aprendido en clase, y pensando en las matanzas y torturas que habían infringido a todas aquellas personas y niños. La mente me estalló recordando aquellas atrocidades, y les grité algo y miré con repugnancia e incomprensión hacia aquellos que me parecían entonces monstruos de aquellas pesadillas vividas por tantos humanos, pero que eran solo jóvenes de dieciocho años con la mirada fría y vacía. \n\n

    En el barrio, algunos de los niños vecinos con los que habíamos jugado en la infancia, poco después iban a comprar allí. Como en aquel entonces todos nos habíamos entendido y habíamos compartido juegos y confianza, lo único que se les podía decir, ya adolescentes, cuando te los cruzabas y te parabas a saludar, era: ¡Qué pena! ¡Qué pena cuando todos jugábamos juntos en la calle! En aquel entonces sabíamos que en algunas de sus casas, el padre de tal, o el padre de cual, los llevaban por la calle de la amargura. Porque ya siendo niños, eran niños serios, rígidos, pero cuando empezábamos a jugar o a hablar distendidamente todos juntos, nos sonreían y se entusiasmaban jugando. Después, dejaron de hacerlo. Dejaron de entenderse con nosotros y de sonreír como lo hacen los que tienen el espíritu en paz con el odio. Aunque sólo esa sonrisa sea con una cálida, triste, dulce o entusiasmada mirada. \n\n

    Algunos de ellos, con el tiempo, dejaron de comprar allí. Dejaron ese camino. \n\n

    Espero que empezaran de nuevo a sonreír, como cuando niños. \n\n

    Amigos de otras ciudades, de otros lugares, me han relatado también como era la vida en sus barrios. Algunas cosas tan diferentes, otras cosas tan parecidas. \n\n

    Niñez y adolescencia dentro del barrio, de aquel que era nuestro único mundo, antes de salir al mundo de ahí afuera. \n\n\n \n\n\n\n \n\n\n\n \n\n\n\n \n\n\n\n \n\n\n\n \n\n\nCon esta canción, la familia no sabía si era una buena influencia o no esta canción;;;))))))))) Pero las enananas eso del espejo y el conejo les sonaba a cuento infantil y botaban por toda la cocina cada vez que sonaba en la radio;;;))))))\n \n\n\n

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  • 2010-04-08 10:20:52
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