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 Livingston se encuentra en la costa del caribe de Guatemala, la mayoría de su población es de raza negra y se les llama la comunidad garífuna. Llegamos sin saber que esperar, ya que nos habían dicho que para entender Livingston tienes que vivirlo, ya que la percepción del lugar es muy personal.\n\nLlegamos directo al muelle de nuestro hotel La Casa Rosada,el cual, habíamos checado por internet, que ofrece todo tal cual lo pone en su página: bungalows a un precio muy barato y un restaurant en donde sirven una comida típica deliciosa. A lo cual hay que agregarle que las personas que lo atienden son muy atentas. \n\nYa que nos instalamos nos decidimos ir a comer a un restaurant que nos recomendaron ahí mismo en el hotel. Al salir empezamos a apreciar como es que funcionan las cosas aquí...con tranquilidad, como si no pasara nada, con una alegría y a la vez una calma. Te hace sentir como si estuvieras en el set de una película, todo parecía como si fuera de utilería. Nunca había estado en un lugar así, es completamente diferente a lo que he visitado, por lo general tienes una idea preconcebida del lugar o todos tienen un poco de lo mismo pero este lugar para mí todavía no tiene comparación.\n\nEn el restaurant nos hicieron sentir como si fueramos locales, como si fuera nuestro lugar de siempre y supieran cual es nuestro platillo favorito. A lo mejor no tendrán marcado lo que llamamos la cultura de servicio turístico, pero lo tienen al estilo guatemalteco: amigables. El pescado que nos sirvieron era muy bueno y el flan de coco espectacular. \n\nY así nos quedamos como unas locales, sentadas por horas viendo como pasa la vida, sin prisas, sin pretensiones sin nada, observando su mundo con envidia pero a la vez preguntandonos si podríamos dejar todo para estar así, alejados y solo estando. A veces tanto cuestionamiento mental me gusta, me da tranquilidad, me reconforta es por eso que mis viajes me gustan tanto, siempre me dedico a observar los mundos dentro del mundo, esto en realidad me alimenta el alma.\n\nEl día, después de lo largo que fue, había que terminarlo con un buen baño y un buen libro en la hamaca del muellecito. No había ruido que molestara, era una tranquilidad que desde hace tiempo necesitaba sentir, fueron de esos momentos que uno le agradece a Dios por instinto. Otro día con muchas horas de sueño y de descanso, creo que fueron casi 10 horas sin parar. Estaba descansando...no del cuerpo pero de la cabeza sí...Guatemala me seguía dando paz!\n\n\n
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