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  • "Que buena puntería hemos tenido", pensaba yo a una semana de empezar el viaje, cuando caí en la cuenta de que íbamos a vivir in situ el Año Nuevo Chino. Lo que yo no sabía entonces es que esta fiesta supone el mayor éxodo anual en todo el globo terráqueo. Millones de chinos tratan de llegar a sus casas desde cada rincón de China y del planeta, lo que da lugar al colapso de autobuses, trenes e hidroaviones si los hubiera, y hacen que aprender euskera sea un juego de niños comparado con la dificultad de conseguir un billete a cualquier parte. Si a ello añadimos que China está viviendo el peor temporal de frío y nieve de los últimos cincuenta años, resulta que no es que no hayamos tenido puntería, es que no acertaríamos a un oso borracho.\n\n

    \nLo del temporal es cosa seria. Hay aeropuertos paralizados, autopistas principales cortadas con gente que lleva días en el coche, casi dos millones de evacuados... ¡ciento cinco millones de afectados! Shanghai ha tenido que cerrar el puerto con más de mil barcos dentro y por primera vez en ciento cincuenta años se encuentra en situación de alerta amarilla, que yo no sé exactamente lo que es eso, pero si me hubiesen preguntado de qué color serían las alertas en China lo hubiese adivinado. Pero vamos, que aquí lo del tiempo está para pocas bromas.\n\n

    \nCon este panorama, la principal noticia ha sido la visita del presidente de esta gente a la estación de tren de Guangzhou, donde hay más de cinco mil personas hacinadas, apretadas unas contra otras, que no cabría una modelo, sin poder ir a ningún sitio desde hace una semana, y muestran los telediarios como a su llegada ha sido recibido con vítores y cerradas ovaciones de todos los presentes. Hecho el reportaje, ha vuelto a su limusina y ha dicho al chofer 'nos vamos a ir yendo, que esta gente tendrá que madrugar'. Yo no sé cual es el motivo, si será el carácter o es que nosotros le damos más importancia a pequeñas cosas como el concepto de previsión, pero si eso lo hace en España se lo comen vivo.\n\n

    \nEn todo caso, Isra y yo cruzamos los dedos para que mejore el tiempo porque o surge un plan B o necesariamente vamos a tener en el futuro que pasar por la estación de tren de Guangzhou, y no es cuestión de tener que pegarse por una bocanada de aire, sobre todo cuando son más y saben kung fu. \n\n

    \nAsí las cosas, nos dejó el tren en la estación de Pingyao a muchos grados bajo cero. La noche era negra como boca de lobo y el taxista que nos recogió tenia los dientes como la boca de otro lobo. En silencio nos condujo a través de las murallas por el empedrado de unas calles desiertas sin más iluminación que unos faroles chinos que llenaban la noche de pequeñas luces rojas. Bajo una de aquellas luces se encontraba nuestro hospedaje.\n\n

    \nUna amigable familia china nos dio la bienvenida a su establecimiento ofreciéndonos vasos de agua hirviendo, no para beber, sino para calentar las manos. Comprobamos sorprendidos que en la escasamente iluminada estancia no éramos los únicos occidentales. Un irlandés y un matrimonio neocelandés celebraron mucho nuestra llegada y, como si fuésemos del mismo pueblo, comenzamos a cenar y departir alegremente hasta altas horas de la madrugada en que fuimos pasando de los brazos de Baco a los de Morfeo, salvo Isra, que se quedó a sufrir ante el televisor la derrota del Atleti ante el Mallorca.\n\n

    \nAl día siguiente alquilamos unas bicis y nos fuimos a pedalear alegremente. No tanto el neocelandés, que amaneció aquejado, según pude traducir, del mal conocido como cagarrinas.\n\n

    \nPingyao es una pequeña ciudad amurallada y todas sus casas, que son de la época imperial, se conservan intactas, lo que da al lugar el aspecto de estar, como un Rolex de mercadillo, detenido en el tiempo.\n\n

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    Hay en Pingyao un buen número de puestos callejeros de los que se dedica la mitad a comerciar con antigüedades y la otra mitad con cientos de artículos que rinden culto a la personalidad de Mao. Mecheros de Mao, camisetas de Mao, pato requemao y un larguísimo etcétera, y fue en uno de estos puestos donde un hombrecillo me hizo señas para que entrase en su tienda. Yo le dije que no, entre otras cosas porque con el frío no estaba seguro de poder despegar las manos del manillar. Entonces el hombrecillo se metió en su local y regresó ocultando algo entre las ropas. Como en secreto, retiró el paño que cubría su tesoro y me mostró una serie de tablillas en las que torpemente había dibujada una mujer desnuda. Decliné gentilmente la oferta y pensé que es curioso cómo la persecución de la pornografía por parte del gobierno chino, que se paga incluso con la vida, hace que aquellas miserables tablillas se conviertan casi en objeto de contrabando. Si éste hombre supiera qué revistas leen las adolescentes españolas sufriría seguramente una lipotimia.\n\n

    \nLos días en Pingyao fueron muy dichosos con aquella familia, si bien la señorita electricidad salió un día a por tabaco y no volvimos a verla y nosotros dejamos la ciudad sumida en la más absoluta oscuridad rumbo, una vez más, a nuestro próximo destino. \n\n\n\n

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  • 2008-08-04 16:31:04
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  • Reporte.09: Las calles de Pingyao
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