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Pues ante uno de esos lugares sagrados acuérdate de hacer el ceremonial apropiado. Da tres vueltas, con los dedos de las manos unidos como el pico de un pájaro, luego, abre las palmas y toca la tierra con ellas, mantente así durante el tiempo que consigas estar sin respirar, levántate despacio y fija los pies bien fuerte en el suelo, los pies separados en la anchura de los hombros, levanta los brazos hasta la altura de la frente y coloca las palmas de las manos hacia arriba, déjale el recado que desees al lugar y baja las manos. Nada extraño sucederá pero quizás alguien consiga una foto original, tan original y tan plástica, por lo menos como esa descripción de la isla volcánica que haces comparándola con las mesas de las abuelas. Feliz viaje.
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