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Si, y sigue sin haber embarcadero en Likoma. Se salta de las barcazas cuando se está cerca de la orilla. Yo al saltar perdí mis chanclas en el lago y tuve que ir en busca de alojamiento descalza y a oscuras, porque llegué de noche. Pero no fue un problema, en seguida encontré alguien dispuesto a acompañarme.\nRecuerdo Likoma con mucho cariño, pasé allí momentos increíbles y no sólo por las postales en que se convierte cada playa, cada paisaje o, cómo tu bién dices, cada atardecer, sino por el cariño con que me trató la gente. Y te pongo un ejemplo que en la vida se me va a olvidar. Me chiflan las semillas de los frutos de los baobabs y ocostumbraba a compra y a llevármelos a la playa mientras esperaba el atardecer y los compartía con los niños que también se pirran por su sabor dulce (será que entre niños nos compenetramos). Pues tuve que dejar de comprar porque todas las tardes eran ellos los que me traían los que ellos mismos habían cogido para mí. A veces no eran enanos y feos y nada dulces pero yo los comía como si fuera el fruto más rico del mundo, porque para mí lo era...
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