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Berlín es una ciudad atractiva, sí. A mi me llamó la atención su carácter central, su condición de bisagra entre el Este y el Oeste de Europa. Es una ciudad donde sientes igual de próximos Londres y Moscú. Es también una ciudad donde la historia pesa tanto que puede llegar a asfixiarte. Una especia de síndrome de Stendhal causado no por la belleza sino por la tragedia. Recuerdo un día en que caminando tranquilamente junto al río, cerca del Zoológico, en un sitio muy agradable y tranquilo me tropecé con una placa que recordaba que en aquel punto había sido fusilada Rosa Luxemburg. Fue una sensación extraña. Ya sabes de las cruces en recuerdo de los que murieron intentando pasar el muro, del monumento a los libros junto a la Universidad Humboldt y del Museo del Horror junto al Muro; pero es que en cualquier sitio insospechado puede estar esperandote un recuerdo dramático.
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