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Amigo Juanjo: Llevo todo el santo día haciendo cuentas -uno es tan torpe para estas cuestiones- sin lograr un resultado lógico o creíble de tu enunciado, ecuación o enigma: "El valor de nuestra desesperación es equivalente a nuestro espíritu de rebelión multiplicado por el cuadrado de nuestra credulidad o incredulidad" planteado "hic et nunc" al inocente bloguero. Por una razón indiscutible: Nuestra desesperación carece de valor porque el espíritu de rebelión es tan inexistente (véase mi último post) como el supuesto sujeto ejecutor de esa presunta subversión que hay que multiplicar por el cuadrado de nuestro candor, inocencia o candidez, virtudes todas desaparecidas del entorno en que nos movemos. De modo que si la rebelión carece de valor (no tiene precio) para qué diablos vamos a multiplicarla por nada. Como puedes ver mi raciocinio tomó vericuetos propios de dogmas lque ni la fe del carbonero puede curar.
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