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  • Cuando se viaja sin dinero hay que recortar gastos y los medios de transporte suelen ser los favoritos para este tipo de ajustes económicos. En Budapest es sencillo colarse en los tranvías y en el metro porque no tienen vigilancia. Pero no os fiéis, es una trampa. Si aquí la captura del “guiri” es un buen negocio para los comerciantes, allí el guiri es el perfecto pagador de multas.\n\n\nHabíamos quedado en la estación de tren de Budapest con unos mochileros catalanes. El primer desplazamiento tenía que ser en tranvía y con saldo cero. Apareció el convoy y nos subimos. Al principio pensamos que nos íbamos a poder mover de aquí para allá sin ningún problema. Qué equivocados estábamos.\n\n

    Desde el fondo del vagón un hombre corpulento ataviado con uniforme azulón plantó la mirada en nosotros. Se acercó y nos pidió el ticket. En un primer momento nos hicimos los suecos y le preguntamos donde podíamos comprar el billete. En un alarde de imaginación tratamos de convencerle de que en el anden no había venta de billetes y que habíamos pensado en comprarlo dentro del tren. \n\n \n\n

    Al tipo se le iluminó la cara. Empezó a ponerse insignias y bandas de tela de color rojo. Una placa que le identificaba como inspector o algo así. Se puso una gorra de matón y sin mirarnos a la cara nos dijo – you have to pay 100 euros each (tenéis que pagar 100 cada uno)- El tono del tipo era lo suficientemente bajo como para que no se enterara la gente que iba a su alrededor. Miré a Albert, uno de los mochileros catalanes, y le dije que el revisor estaba tratando de timarnos. \n\n \n\n

    El corpulento húngaro me agarró del brazo y, en un tono más severo, volvió a repetirme la cantidad a pagar. Le miré y le dije que no era lógico pagar 100 euros de multa. Se enrabietó y comenzó a hablar en húngaro, gesticulando con los brazos. Mis compañeros de viaje empezaron a barajar la idea de salir de allí corriendo pero yo estaba sujeto. \n\n \n\n

    El tranvía iba a para en una estación y Albert, con más labia que Felipe González en el Parlamento, dijo al revisor que la solución era bajar del tranvía, comprar el billete y subir de nuevo. El revisor se enfadó y empezó a gritar levantando los brazos. Me había soltado así que al grito de retirada salimos todos corriendo en estampida. Las puertas estaban a punto de cerrarse por lo que y el corpulento húngaro nos miraba y nos maldecía a través de los cristales del tranvía. Después de la experiencia compramos unos billetes.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • No te cueles en el tranvía de Budapest
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