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  • Confieso que el corazón se me aceleraba camino de la mítica ciudad y en la cabeza se mezclaban aquellos extraños nombres, escuchados ya en la infancia, de boca de la maestra de la escuela del pueblo: Darío, Jerjes y Artajerjes me bailaban, por ese orden, sin saber si era el correcto, porque Ciro también aparecía y no recordaba donde tenía que colocarlo. Días después, al visitar su tumba en Pasagarda, los nombres de los principales reyes Aqueménidas, quedaron perfectamente ordenados.\n\n\n\n

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    Mientras le daba vueltas a aquella historia, tan bien contada que nunca se me olvidó, porque Doña Marcelina tenía ese don para contar, que te llevaba a ver paisajes imposibles de adivinar en el estrecho valle en el que transcurría tu vida y a imaginarte gentes que no se parecían a nadie conocido, trataba de averiguar cual sería el cereal cultivado en aquellas grandes extensiones, que me parecía arroz, pero era imposible, pensaba, dada la escasez de agua de la zona, ignorando, en aquel momento, la existencia del cultivo de arroz de secano.\n\n\n

    Persépolis, que significa “la ciudad de los persas”, era, además del símbolo de su poder, la casa, el lugar ceremonial, donde los Aqueménidas celebraban la fiesta del año nuevo, al llegar la primavera.\n\n

    Fue Darío I el Grande el que comenzó su construcción, continuada por sus sucesores, hijo y nieto, Jerjes y Artajerjes y fue también otro Grande, Alejandro, el que se la arrebató a su gran enemigo, Darío III y quien después la destruyó, con saña, cuentan, incendiándola una vez conquistada y saqueada, por razones en las que los historiadores no se pondrán de acuerdo seguramente jamás, consiguiendo por ello el título entre las gentes de este pueblo de "El maldito Alejandro".\n\n

    Dicen que más tarde pidió perdón, pero ya fuera por vengar la muerte de alguien, por estar borracho o porque lo de Grande le venía grande a ese joven macedonio, creo que Ahura Mazda no le perdonó y siete años después moriría, antes de haber cumplido los treinta y tres años.\n\n\n\n

    “Dios proteja a este país del enemigo, del hambre y la falsedad” es la frase que dejó esculpida su primer hacedor, pero su deseo no fue cumplido, no del todo, aunque quizás un poco sí, pues su construcción comenzó allá por el 512 a. C. y aún, aunque haciendo un gran esfuerzo imaginativo, se puede adivinar, la maravilla que debió ser. Existe, en ruinas, pero existe.\n\n\n\n\n\n\n

    Algunas columnas se elevan al cielo, con sus capiteles en forma de toro, es lo que queda de la sala en la que Darío recibía a sus invitados, la influencia del arte helénico está aquí muy presente, dicen que estas columnas son tan ligeras porque la techumbre era de madera, no de piedra y que en esta “apadana” cabían hasta diez mil personas.\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Los iraníes turistean también de lo lindo por esta ciudad, símbolo de lo que fueron, además son sus fiestas grandes, es la casa del origen de su fiesta y no les importa el calor, ni a las mujeres de negro, que se detienen ante cada columna, cada relieve, cada tumba cruciforme, que dicen que pertenecen a los Artajerjes II y III y a Darío III, el último rey aqueménida. \n\n

    La policía, como en todos los demás lugares, está siempre cerca.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Inmortalizan esa visita de la familia y yo me sorprendo ante los sombreros que lucen algunos de ellos, al más puro estilo tejano, no es casualidad, ese sombrero está muy de moda entre los persas de hoy.\n\n\n\n\n\n\n\n

    Las imponentes tumbas, construidas sobre la roca, vuelven a llevar a mis pies otra vez hasta un lugar alto, menos concurrido porque el calor, primaveral aún, ya es aplastante.\n\n\n\n\n\n\n

    Luego, buscando un poco de sombra, me refugio bajo los restos del caballo y, como siempre, maldigo las guerras de los grandes que destruyen a su paso todo el concienzudo trabajo de los pequeños.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • 2010-06-21 15:33:06
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  • Una de "piedras": Persépolis
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