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Soy el primero en reconocer que el turismo es como Atila: arrasa (o trivializa) todo lo que toca. Voy a la Bodeguita de Enmedio a tomar un mojito y solo estamos turistas (no me extraña; a 4 pesos convertibles la copa, unos tres euros, no hay cubano que lo aguante). Me acerco luego al Floridita y el ambiente es más desolador aún: autobuses enteros de turistas en bermudas en excursión de día desde Varadero con un daiquiri en una mano (¡seis pesos, un robo!) y la cámara de vídeo en la otra grabando no se qué, porque la iluminación del local es más mortecina que la de velatorio.\n\nEn una esquina, la estatua en bronce de Ernest Hemingway nos mira con sonrisa burlesca. Como si pensara para sus adentros: ¡qué gilipllas! Me pregunto: ¿le pagaran comisión los dueños de la Bodeguita y del Floridita a sus herederos por la inconmensurable publicidad que hizo de sus locales a base de destrozarse el hígado en ellos?
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