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  • A menudo uno pasea por su propia ciudad como un autómata. Un autómata ciego. Miras pero no ves. Ves pero no comprendes. La ciudad no es más que el obstáculo a salvar en la cotidianeidad de los problemas diarios. Te tropiezas incluso con turistas por las calles y te preguntas, ¿qué harán estos por aquí? Por eso es bueno a veces parar y hacer de turista en tu propia ciudad.\n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Ayer salí a hacer el turista por Madrid. Hacía una mañana radiante, uno de esos días gozosos de sol otoñal en los que Madrid se transforma en un escenario mágico. Sin ruidos, sin coches, sin obras. Un lugar que hasta podría ser perfecto para vivir. El cielo de Madrid en otoño es de un brillo especial, hay pocos cielos así en el mundo. Un gigantesco reflector de azules cálidos que baña de oro la ciudad e incita a la nostalgia y al optimismo. \n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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    Fuimos a celebrar San Francisco al mercado de San Miguel y descubrí que esta ciudad, por la que (lo reconozco) paso demasiado de puntillas, esta capital que tiene algo de provinciana, a la que le cuesta quitarse esa tufillo de chotis y zarzuela que tanto le gustaba al anterior alcalde, que está pensada para los coches y no para los peatones, que mira con celos a esa modernidad que parece quedarse siempre más al norte, en Barcelona o en París, está empezando a europeizarse, a hacerse más amable para sus ciudadanos.\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    La acertada actuación sobre el viejo mercado de San Miguel lo confirma. Para quienes no lo conozcáis: se trata de un antiguo mercado de abastos construido en 1916 con una fantástica estructura de hierro forjado, justo al lado de la Plaza Mayor, en el Madrid de los Austrias. En vez de tirarlo, como pasó con tantos otros, se ha restaurado y ahora su venerable entramado modernista acoge un mercado de delicatessen y gourmets con un concepto que ya funciona en otras capitales europeas: puedes hacer la compra diaria, pero también puedes degustar y comer in situ todo lo que se vende. Los fines de semana se convierte en el lugar más cool de la ciudad para tomar el aperitivo. En un puesto venden encurtidos y vemout, en otro, quesos; en el siguiente embutidos ibéricos. En otros: ostras y champán, vinos del país, pan, pastelería, mariscos, carnes (que te hacen allí mismo), salazones.... compras donde quieras y te lo llevas al mostrador que quieras para combinar a tu gusto comida y bebida. Hay librería, floristería, una tienda de Vinçon, una bodega de Pinklenton & Wine... y se pone a reventar de gente los fines de semana. \n\n\n\n\n\n

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    San Miguel es una loa a la calidad de las materias primas, a los productos de temporada y a la gastronomía como parte de la cultura y el ser de un pueblo. Un delicioso acierto. Una visita imprescindible en este nuevo Madrid.\n\n\n\n\n\n\n

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  • Mercado de San Miguel: el nuevo Madrid
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