La referencia continuada en los medios de comunicación a los edificios “estrella” (esos que denomino como pertenecientes a la arquitectura ¡¡¡Whau!!!) me hace escribir esta página dedicada a este tipo de construcciones, excelentes o no, en las que su seña de identidad es una suma de factores coincidentes:\n.\n
Primero, corresponden a una voluntad expresa de destacar. La intención de provocar admiración es la idea generatriz del resultado. La admiración no será consecuencia natural de la calidad del edificio sino que deberá ser provocada como primera premisa de su gestación.\n.\nEn segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, son edificios constituidos como anuncios publicitarios del promotor, del Ayuntamiento o del Estado, con fines económicos o de representación del poder.\n.\n\n
Y por último, y a pesar de su apariencia brillante, son edificios incompletos pues ignoran lo esencial en la arquitectura completa: los espacios internos (no sólo externos) y el papel de la estructura en el concepto total. \n.\n\n
Para mí, el problema es denominarlos “arquitectura” pues creo deberían estar catalogados como “monumentos” y de esta forma nadie se llamaría a engaño ya que la historia de los monumentos es muy extensa, desde las construcciones megalíticas hasta la torre Eiffel, pasando por las Pirámides y las torres de San Gimignano.\n.\n\n
Analicemos la arquitectura occidental desde sus orígenes: Griego, Romano, Románico, Gótico, Renacimiento, Barroco (el Neoclásico lo considero un paso atrás, soy así de bárbaro), el Modernismo y la Arquitectura Moderna. Todas sus arquitecturas tienen en común esos dos aspectos que critico como olvidados en los edificios “estrella”. Desnudemos, por ejemplo, a los edificios góticos (poco) y a los edificios barrocos (mucho) de los elementos accesorios fruto del vocabulario existente en la época, y observaremos que la estructura, los recorridos, el espacio interior y el volumen exterior forman una unidad comprensible.\n.\n\n
En los edificios “estrella”, la estructura es como una criada cuya misión es servir al señorito cuando tiene invitados, de la forma más invisible posible. La estructura deja de ser la sintaxis que construye las frases del libro para constituirse en el soporte de una escultura. Deja de ser la relación que une el espacio y la gravedad y se convierte en un servidor oculto. \n\n
En los edificios “estrella” los espacios interiores y los recorridos no tienen más importancia que aprovechar el interior de esa escultura creada. Los usos son adaptaciones cuya mayor virtud es su versatibilidad permanente a los diferentes requerimientos que puedan presentarse. \n\n
En los edificios “estrella” la escala no es esencial, podría ser el doble o la mitad (aunque en este caso serían menos espectaculares).\n\n
En los edificios “estrella” el coste de su construcción es una pequeña molestia inicial que se convierte, al final de la construcción, en una enfermedad a cargo de los contribuyentes. Cuando el programa inicial, publicitario y comercial, está bien pensado, el coste del edificio lo pagan los turistas, pero sólo los que vienen expresamente a verlo. Cuando no está bien pensado, el coste lo pagamos todos.\n\n
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Y una última consideración: Nuestra época actual no puede permitirse ni despilfarros públicos ni escándalos de ostentación ante economías deprimidas. Estos edificios son también un mal ejemplo para estudiantes de arquitectura y para jóvenes arquitectos que inician su profesión de servicio. Su loa puede contribuir a su desorientación.\n.\n\n
Como siempre, recurro a mi maestro Coderch:\nhttp://lacomunidad.elpais.com/aa-albors-arquitecto/2007/12/30/no-son-genios-que-necesitamos-ahora- \n\n\n\n\n\n
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