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  • Son apenas veinte segundos, y sin embargo la impresión en el oyente es de una duración casi insoportable. Es el sonido de un piano: afiebrado, obsesivo, casi infernal. Sin ser ruido, aún no es música —o, la es pero de una naturaleza primitiva—. Tocado en octava, otorga un ambiente ominoso al ataque de la composición: tresillos incesantes y urgentes que imitan un caballo lanzado al galope.\n\nLa voz del tenor irrumpe como una liberación, aunque el motivo del caballo a rienda suelta acompañará de manera acuciante toda la canción. Es una balada, sus personajes aparecen lejanos en el tiempo y en el espacio, y sin embargo él nos habla de ellos como si los tuviera delante.\n\nCuando su analista, el Dr. Gustav Maurer, lo presenta, miro a mi psiquiatra con descreimiento y luego con asombro. Pensé que estaba en la cárcel, que había sido sentenciado a muchos años de prisión. \n\nLa balada continua: azotado por el viento, un padre atraviesa la noche a caballo. Lleva un niño, cuya voz angustiada y temerosa nos hará saber que es el hijo de ese hombre que con contenido terror intenta tranquilizarlo y mantenerlo abrigado contra sí. El niño está asustado y esconde su rostro contra el pecho del jinete, „¿Padre, no lo ves?, Es el rey de los Elfos“ le dice. Es el rastro de la niebla, hijo mio.\n\nUna voz impregnada de sospechosa dulzura, le habla al niño: \n
    "¡Dulce niño ven conmigo!\nJugaré maravillosos juegos contigo;\nMuchas coloridas flores están en la orilla,\nMi madre tiene muchas prendas doradas."
    \n\nÉl narra su versión de los hechos, ampliamente difundidos por la prensa de la época. El dolor que sintió, la frustración, la rabia que lo llevó a lacerarse los brazos con un trozo de vidrio de botella. Le brillan los ojos, cuando nos cuenta de la decisión que tomó, de como la realidad se ensordeció como las noches en Georgia cuando cae la nieve y el mundo se vuelve silencioso. Del viaje de cuarenta y cinco horas en un camión desde Ossetia hasta Zurich, sin dormir, sin comer, con una sola pregunta en la cabeza: ¿Por qué?\n\nUna y otra vez el padre trata de encontrar una explicación para las aprehensiones de su hijo: es el viento que entre las hojas mustias murmura:\n
    "¿No vienes conmigo buen niño?\nMis hijas te atenderán bien;\nMis hijas hacen su danza nocturna,\nY ellas te arrullaran y bailaran para que duermas."
    \n\nEl miedo del niño crece hasta transformarse en verdadera angustia. Y el padre, tratando de encontrar una explicación "Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo: brillan los sauces grises."\n\nLa balada ha terminado. Vitali termina de contar su historia, ha aprendido alemán perfectamente en estos años. Konstantin de diez años y Diana, su hermana, fueron seleccionados por sorteo. Uno de los padres podía acompañarlos, claro, preferían a la madre porque así ellas podían ayudar a atender a los niños. De todas maneras, yo no podía, estaba trabajando en la nueva autopista. —Soy ingeniero. \n\n
    "Te amo; me encanta tu hermosa figura;\nY si no haces caso usare la fuerza."\n"¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!\n¡El Rey de los Elfos me ha herido!"\n\nEl padre tiembla y cabalga mas aprisa,\nLleva al niño que gime en sus brazos,\nLlega a la alquería con dificultad y urgencia;\nEn sus brazos el niño estaba muerto.
    \n\nEl accidente fue terrible, el Tupolev 154 de Bashkirian Airlines provenía de España; de un campamento de verano. Entre la frontera Suiza y Alemana el avión se encontró de pronto en la misma ruta que un avión cargo de DHL. El controlador de tráfico estaba solo en la torre de control, parece que se había adormentado, le dio la orden de descender, —el sistema anticolisión del avión señalaba que debía ascender—. El piloto ignoró el mensaje de la maquina, siguió la voz de la radio, y setenta personas, sobre todo niños, murieron. Kaloyeb fue el primer familiar en llegar al lugar del accidente en Überlingen, un diminuto pueblo sobre el lago de Constanza. El mismo encontró a su hija bajo un árbol, parecía dormida, con un rasguño en el rostro. Tenía cuatro años.\n\nLa misma noche que Vitali Kaloyeb descendió del camión que lo transportó de Berlin a Zurich se dirigió a Kloten, cerca del aeropuerto de Zurich, tocó a la puerta del controlador que había provocado el accidente, y luego de una breve discusión le enterró un cuchillo de cocina de catorce centímetros en el estomago y luego caminó hasta la estación de policía del aeropuerto y se entregó.\n\nParece que su conducta en prisión ha sido ejemplar y le ha valido una liberación anticipada por buen comportamiento y está siguiendo esta biblioterapia por indicación del juez que ordenó su puesta en libertad y su psiquiatra tratante. Las copias que nos han repartido, donde se explica cómo Herder tradujo el „Rey de los Elfos“ del danes, y como Goethe modificó la historia introduciendo una sola voz y remplazando a las damas del bosque, quedan abandonadas sobre las mesas. \n\nVitaly ha dejado de hablar y el piano insoportable suena de nuevo.\n\n\n\nfree web stats\n
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  • 2008-12-03 22:05:01
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  • Goethe o la oscuridad del dolor
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